sábado, 19 de noviembre de 2016

Porque para Él todos están vivos

No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos (Lc 20, 38).
Mis buenas amigas las Ánimas Benditas del Purgatorio están vivitas y co­leando, “porque para Él todos están vivos”. Este mes tienen que estar bien contentas porque llevo un montón de sufragios ofrecidos: Misas, Rosarios, el Vía Crucis... Si cada día saco por lo menos una del “pozo” y llevamos ya 19 días, si las matemáticas no me fallan ya he rescatado ¡19 ánimas! No está nada mal para un tío negado como yo. Pero lo mejor es que van como cohetes directamente al Cielo. Ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios (Lc 20,36). Y desde allá arriba recibiré alguna ayudita. Por lo menos eso espero ¿No?
Piensa en los difuntos de tu familia que pueden necesitar tus oraciones
Y no se atrevían a hacerle más preguntas (Lc 20,40).
De pequeño era famoso por las preguntas tan impertinentes que hacía. Mi abuela se ría mucho y decía que cuando creciera iba a ser detective. ¡Lo quería saber todo!: —¿Y por qué…? Bueno, Jesús, yo no soy como los atontados de tus discípulos. Prepárate que te voy a fusilar a pregun­tas: ¿Por qué es tan guapa tu Madre? ¿Por qué me quieres tanto? ¿Por qué matan a los niños antes de nacer? ¿Por qué hay guerras? ¿Por qué soy tan “bicho”? ¿Por qué no saco más almas del Purgatorio? ¿Por qué no dejo de preguntarte?
Termina el tiempo de oración haciendo preguntas impertinentes a Jesús. Cuanto más impertinentes, mejor.

Propósito: sacar cada día un alma del purgatorio hasta vaciarlo.