jueves, 8 de junio de 2017

El primero de los mandamientos

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc 12, 30).
Antes de decir este mandamiento, como para que te pongamos aten­ción, nos dices: “Escucha, Israel…” Cómo me cuesta escuchar, sobre todo cuando me van a pedir algo muy exigente. He sabido que en un país del Asia donde hay muchos camellos, cuando se reúne una familia para una cena importante, al final le llevan al más joven, en una bande­ja, una oreja de camello, para que no se olvide que tiene que escuchar a sus mayores: ¿Escuchan los camellos?
Jesús: aquí estoy escuchándote, ¿qué me dices?
“El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 31).
El amor a los demás parece fácil cuando pensamos en la humanidad, así en general. Pero también es verdad que cuando se trata de amar al hermanito que está molestando, o al compañero que no me cae simpático, o al profesor que está insoportable ya no es tan fácil. Señor, que procure, al menos, como tú me has enseñado, tratarlos como me gustaría que me trataran a mí. Y como yo soy muy exigente, seguro sal­drán ganando.
Jesús: ¡qué simpático es todo el mundo cuando lo veo con tus ojos!

Propósito: Hacer un favor al que más me cuesta de la clase...