lunes, 31 de diciembre de 2018

NOCHEVIEJA. Gracias por tantas cosas buenas


En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tiniebla, y las tiniebla no la recibieron (Jn 1, 4-5).
Bueno, se acabó el año. Mi abuelita, para variar, ya colgó el almana­que del año que viene que le regalaron en la farmacia. Ella es aficio­nada a esas cosas. También colecciona los suplementos del resumen del año que salen durante estos días en el periódico. Un día descubrí dónde los guardaba. Las noticias, no las entendí mucho, pero me hizo mucha gracia ver los anuncios. Aparecían cosas obsoletas como la gran novedad. Es bonito pensar que aunque los años pasan, tú sigues siendo el mismo. Jesús, eres el mismo, ayer, hoy y siempre. Desde ya te pido ayuda para que seas mi luz a lo largo de todo el 2019.
Haz una lista de tus metas para el 2019, y encomiéndaselas a Jesús, para que todas te ayude a estar más cerca suyo.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre (…) A cuantos la recibieron, les da el poder para ser hijos de Dios (Jn 1, 9,12).
¡Cuántos propósitos para este nuevo año! Me ha salido una gran lista. Pero casi se me olvidaba dar gracias, por todo lo que he recibido a lo largo de este año. Primero, por todo lo que he visto con mis ojos; y luego, por aquellos beneficios de los que ni me enteré. Gracias, Jesús, por mi familia, por mis amigos, por el afecto de tanta gente. Gracias por todo lo que he aprendido y por ayudarme a recomenzar en mis luchas.
Proponte comenzar el nuevo año con una oración.
Propósito: en el minuto cero, segundo 1: rezar, luego festejar.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Sagrada Familia Jesús, María y José


Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2,51).
Jesús, hoy es la Fiesta de tu familia, de la Sagrada Familia. ¡Qué buena es mi familia! Tengo de todo: papás, hermanos, abuelitos, primos… tengo hasta un perro y dos periquitos. Otras personas, que pena, quizá no tengan “ni padre ni madre ni perrito que les ladre”, ni nada. Ahora que paso todos los días un rato contemplando el Nacimiento ya he sacado parecido a algunas de la figuras y así rezo por todos. Hasta el muñequito de lego que puso mi hermanito me ayuda a pedir por él. Y como soy medio aventado, me imagino que María y José bien podrían ser mi papá y mamá. ¿Acaso no soy hijo de Dios, pues?
Jesús, muchas gracias por mi familia, no me la merezco.
Si alguno no cuida de los suyos y principalmente de su casa, ha negado la fe y es peor que un infiel (1Tim 5,8).
Jesús, en mi papá veo a San José, en mi mamá a la Santísima Virgen. Mi casa es una continuación del “hogar de Nazaret”. Lo que pasa es que a veces se me olvida y ando en la luna con los Guardianes de la Galaxia o dando saltos, y comiendo pizza, creyendo que soy Tortuga Ninja. Jesús, ayúdame a que mi casa sea mía, y yo ponga de mi parte en cuidarla y tenerla bonita. Ayúdame a no afearla con mi des­orden o mis relajos. Que mi casa realmente sea como lo fue la tuya; un hogar luminoso y alegre, donde todos están siempre contentos.
Pregunta a José cómo cuidar de los de tu casa.
Propósito: Que mi casa parezca de revista (porque yo la ordené)

sábado, 29 de diciembre de 2018

Para crecer por dentro


Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para pre­sentarlo al Señor, como está mandado en la Ley del Señor (Lc 2, 22-23).
Jesús, tus padres José y María –que te querían mucho– te llevaban al Templo de Jerusalén. A mí también mis papás –que me quieren mucho–, me llevan cada domingo a Misa. Pero no lo hacen sólo por “cumplir la ley”, por el cumplimiento (cumplo-y-miento). Yo en cambio me hago el rogado, pero al final voy. Jesús, en la Eucaristía me espe­ras para alimentar mi alma. ¡Sufres tanto con las almas desnutridas, “raquíticas”, con las “almejas” (almas pequeñas)! “Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo tiraran al mar” (Lc 17, 2-3). Y como gozas con las almas cachetonas, bien alimentadas, con tu Cuerpo.
Pide por todos los papis para que lleven a sus hijos a Misa.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabi­duría; y la gracia de Dios lo acompañaba (Lc 2, 40).
“Llevo 20 años yendo a Misa y no me acuerdo de ninguna homilía. Eso de ir a Misa ¡no sirve para nada!”, se justificaba aquel hombre. Y su amigo le explicó: “Llevas 20 años comiendo 3 veces al día y ni siquiera puedes recordar lo que has comido hoy. Pero si no te hubie­ras alimentado cada día, ahora estarías muerto”. Jesús, gracias por alimentarme cada semana.
Dile que quieres tener un alma “cachetona”.
Propósito: No hacerse el rogado para ir a Misa.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Santos Inocentes “Ay del Chiquirritín, Chiquirriquitín”


Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó en extremo, y mandó matar a todos los niños que había en Belén (Mt 2,16).
Un chicle sin azúcar, un café descafeinado, un champán sin burbu­jas… pueden servir pero no dejan de ser un “quiero pero no puedo”. ¿Una Navidad sin Nacimiento, sin Villancicos? ¿Una Navidad sin Niño- Dios?... es un fracaso. Herodes lo intentó: en las primeras Navidades de la historia quiso eliminar al Niño y acabó con todos los niños. Niño- Dios, aunque vengan ahora los modernos Herodes yo te protegeré. En mis Navidades el centro no serán ni los regalos, ni la las fiestas ni los tamales. Serás Tú, Jesús mío. Y el tamal me sabrá más rico, las fiestas más divertidas, los regalos más bonitos y los niños más contentos.
Jesús, ¿hay algo qué me impide recibirte bien?
Y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos” (Mt 2, 16-17).
Jesús, ¡qué pena! Herodes calculó cuidadosamente, casi hasta científicamente la forma de eliminar niños. Sobraban, molestaban. Ahora también hay plazos, no de 2 años pero sí de 20 semanas, 20 días: ¿un pre-embrión, un feto, un niño? ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? Jesús, hoy te pido por todos esos niños y por sus papás.
Jesús, te duele ¿verdad? A mi también, y mucho
Propósito: Rezar por los niños no nacidos y encender una vela.

jueves, 27 de diciembre de 2018

San Juan Evangelista “y permanecieron con Él”


Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21, 7)
Jesús, San Juan cuando te conoció bien podía tener mis años o poco más. Como yo, era un joven lleno de ideales y “espinillas”, con ga­nas de cambiar el mundo. “Yo quisiera –me has dicho– que Juan, el adolescente, tuviera una confidencia conmigo y me diera consejos: y me animase para conseguir la pureza de mi corazón” (Camino 125). La Santa Pureza es lo raro de no ser “raro”. Porque la impureza no va sola, sino que se hace acompañar de egoísmo, violencia, pereza… La impureza esclaviza, no se conforma, siempre está insatisfecha, quiere más. Niñito Jesús, dame un corazón limpio y puro para mí, mis hermanos y amigos.
San Juan tenía un corazón joven, ardiente, enamorado, ¿cómo yo?
Maestro, ¿dónde vives? (…) Venid y veréis (…) Y permanecie­ron con Él aquel día. Era como la hora décima (Jn 1, 39).
¿De dónde sacaba Juan la fuerza? ¿Cómo consiguió un corazón tan enamorado? -Respuesta: del trato con Jesús. Sin Jesús, ningún ideal en esta vida tiene sentido. Como decía el Papa Francisco en la JMJ de Brasil “Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad “chirle” (aguado, inconsistente) que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido”.
Pregúntale a Jesús -¿Qué quieres de mí? Y óyele y contéstale.
Permanecer junto a Jesús, queriendo ser como Juan

miércoles, 26 de diciembre de 2018

San Esteban protomártir esto apenas empieza


Dijo Jesús a sus apóstoles: «…darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. (Mt 10, 18)
Jesús, todavía me duele la garganta de los cantos del 24 y de ayer. Este año si me desquité de cantar y celebrar como buen hijo de Dios tu nacimiento. A mis papás les tocó levantarse para ir a trabajar, y yo, en cambio, me quedé en la casa. Iba a decir que me quedaba descansando pero el evangelio de hoy y la historia de San Esteban me han devuelto a la realidad. No me quiero quedar atrás y también quiero ser un protomártir, de los primeritos que dan testimonio de ti con sufrimiento. Y lo tengo fácil, hay que barrer la basura de los cohe­tes, tirar los papeles, y los envoltorios de los regalos; hay que lavar los platos para que esté lista la casa para año nuevo,...
Ayuda, ese es el martirio que Dios te está pidiendo.
El que persevere hasta el final, se salvará (Mt 10, 22).
Ya se me estaba ocurriendo cómo zafarme de los encargos que me habían dado. Por abrir la bocota y llevármelas de protomártir me pu­sieron tanto oficio, me había dicho. Pero no, Jesús, te veo en el pese­bre y te digo que hoy no me voy a dejar vencer por la pereza. Voy a trabajar como un burro.
A los niños chiquitos, el 26 les gusta jugar con sus regalos. No te hagas, a ti también, pero antes, a ayudar, y después con la conciencia tranquila, ¡a jugar!
Propósito: ofrecerme a ayudar recogiendo el relajo que quedó después de las fiestas

martes, 25 de diciembre de 2018

Navidad, Navidad, dulce Navidad


Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Lc 2, 11).
Tengo que aceptar que estoy un poco atarantado. Ayer, o hoy, mejor dicho, nos acostamos a las saber cuántas. En medio del ruido de los cohetes y la alegría de los abrazos, me quedé un rato mirando al nacimiento. María tenía cargado al niño. José estaba de rodillas, al lado. Estaba llorando, estoy seguro (José y el niño también). El niño era tan adorable, y su mamá, la siempre Virgen, parecía tener el rostro iluminado. Los ángeles cantaban alrededor “¡Gloria a Dios en el cie­lo!”. Atrás, en un segundo plano, estaba la mula y el buey. A un lado, el burro. Ese soy yo, me dije. Burro o como sea, ahí estaba también, metido en el portal de Belén.
No importa qué personaje seas, métete en el portal de Belén.
Lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre (Lc 2, 7).
Mientras veía a María con el niño en brazos, y a José a su lado, me acordé de lo que san Josemaría decía en su libro de Santo Rosario, que le pedía a la Virgen el niño y cuando lo tenía en sus brazos, decía “Y le beso -bésale tú-, y le bailo, y le canto, y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Unico, mi Todo!... ¡Qué hermoso es el Niño...!” (Sto. Rosario, 3er misterio gozoso). Me entraron unas ganas horribles de hacerlo tam­bién yo, pero el niño del nacimiento de mi casa es chiquito, y yo, en cambio, soy grande, aunque los amigos de mis papás digan lo contrario. ¿Y si me hago pequeño, del tamaño del niño de las figuras del nacimiento, y me dejo de falsos orgullos de querer ser “adulto”?
Pídele permiso a José de agarrar al niño y chinearlo un rato.
Propósito: Pasar un buen rato haciendo oración frente al nacimiento

lunes, 24 de diciembre de 2018

Esta noche es nochebuena y mañana Navidad


Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delan­te del Señor a preparar sus caminos (Lc 1, 76)
Me siento como esos futbolistas que ni pueden cantar bien el himno antes del partido a causa de los nervios. Llevo no sé cuántos días preparándome para la noche de hoy. Los regalos ya están al pie del árbol. La casa ya huele a tamal y un montón de delicias más. Mamá y papá andan fuera comprando las últimas cosas. Me han dado varios recados para decirles cuando vuelvan: que la tía viene a cenar, que el primo pasará mejor después de las doce, que en tal almacén hay descuentos. Pero a pesar de todo, así se lo dije a mi ángel custodio, sobreviviremos. Vamos a estar concentrados en que el de la fiesta es el niño Jesús, y que tengo que ser super servicial.
Angelito de la Guarda, dulce compañía, que sea servicial y llene a todos de alegría.
Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nues­tros pasos por el camino de la paz” (Lc 1, 78-79)
Ya me había distraído haciendo cuentas de quiénes vendrían a la casa en la noche. ¡Jesús, viene Jesús! Yo ya vi dónde guarda mi mamá el niñito del nacimiento. Lo vamos a poner justo a las 12. Pedí que me dejaran encargarme de colocarlo junto a María y José, por­que quiero ser el primero que le dé un beso.
Concentrado en el beso que le darás a niñito Jesús.
Propósito: ser el primero que le diga que le quiero

domingo, 23 de diciembre de 2018

Ni el top 10 de la revista Billboard


¡Bendita tú entre las mujeres! (Lc 1, 42).
Jesús, quería hacer ahora una reflexión muy actual. ¿Has oído la can­ción “Baby Shark”? Bien, pues yo la he oído unas mil veces (sin exa­gerar) porque a mis hermanitos les encanta. No sé qué es peor: Baby Shark o Let it go (Libre soy) de Frozen. Pero eso tan… trivial, he aquí que me hizo entender algo (seguramente el Espíritu Santo me lo sopló al oído). Así como mis hermanitos no se aburren de repetir una y otra vez la misma canción, tu mamá, la Virgen Santísima, no se aburre de escuchar, una y otra vez, el Avemaría. Es más, le ha de encantar. Y tú, Jesús, que eres un hijo que disfruta viendo feliz a su Madre, pues tam­bién te encanta que le digamos, o le cantemos, su canción favorita.
Anímate a rezar el rosario con tu familia.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá (Lc 1, 45).
A la Virgen, su prima la llama bienaventurada porque ha creído. Hoy día, con tanta gente mentirosa que anda por ahí, sin querer uno se malacostumbra a ser desconfiado. Lo curioso, me lo decía una vez mi papá, es que somos desconfiados con medio mundo, pero luego, nos tragamos cualquier cosa que diga un video de YouTube. Tener fe es tener confianza. Yo quiero tenerte más confianza, Jesús. Por eso te busco cada día.
Hazte muy amigo de Jesús, para que confíes mucho en su Palabra.
Propósito: Cantar el top 10 del cielo: Avemaría.

sábado, 22 de diciembre de 2018

“Me felicitarán todas las generaciones”


Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi (Lc 1, 48-49).
Jesús, solo quedan tres días para que nazcas y ya me estoy poniendo un poco nervioso. Me pasa como aquella niña pequeña a la que su mamá, una tarde, le explicó que pronto le nacería un hermanito. No pasaron ni 10 minutos sin que la niña preguntara muchas veces: “Mamá, ¿Qué tal el niño?; Mama, ¿el niño ha crecido?; ¿Cuánto falta para que nazca?” Jesús, yo también estoy impaciente: ¿¡pero cuándo vas a nacer!? Estos días acudo a tu Madre la Virgen preguntando por el Niño Dios y sobre todo…felicitándola: ¡Felicidades, Madre mía! Y ayudo a que se cumpla la profecía: “Me felicitarán todas las gene­raciones”.
Habla con Jesús que está en el vientre de la Virgen.
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa (Lc 1,56).
María se quedó pero no precisamente quieta: “Pero Isabel, quítate el delantal… Isabel no te subas ahí, que te puedes caer… déjame a mí que yo soy más joven… Isabel, descansa un rato que yo me ocupo de todo…” Ahora es María quien necesita ayuda, mi ayuda y mi com­pañía. El rostro de María, la necesitada de nuestra ayuda, resplande­ce en la mirada de los de nuestra casa. Adelántate, no esperes a que María te pida ese favor o aquel otro. Sorpréndela sirviendo.
Busca bien, a que encuentras en tu casa alguien que te necesite.
Acompañar a la Virgen hablándole muchas veces al día.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Jesús necesita “borricos”


María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre (Lc 1, 39).
Jesús ¿cómo nacieron los villancicos? ¿Quién los compuso? Yo pienso que algo tuvo que ver San José. En esos viajes por Judea acompa­ñando a la Virgen y al Niño que iba a nacer, para distraer a María -no tenían radio, ni ningún tipo de reproductor de música- San José seguro que empezó a cantar: “Ande, ande, ande, la Marimorena” (así llama­ba con cariño a María por ponerse morena con tanto sol); y luego ani­maba al burrito: “Arre burro arre, vamos a Belén…”; y cuando pasaban por un puente: “pero mira como beben los peces en el río…”. ¿Habrán nacido así los villancicos?
Cantar villancicos con María y José.
Al desatar el borrico sus amos les dijeron: -¿Por qué desatáis el borrico? (Lc 19, 33-34).
Que buena cosa es ser borrico delante de Jesús. Los burros son sus predilectos: Belén, viaje a Egipto, entrada en Jerusalén. Además en la Navidad el borrico está en primera fila, en el Portal. Me da risa pensar, Jesús, que a veces, en algunos países, decirle burro a alguien equi­vale a llamarte tonto. Y no creo que nadie elija un burro de mascota de su escuela; pero ser así, sencillo, sin complicaciones, permite ver a Dios.
Dile a Jesús que quieres ser su burrito.
Propósito: Poner villancicos en la cena.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Repartir alegría


El ángel, entrando en su presencia, dijo: –«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las muje­res.» (Lc 1, 28).
Veo al Ángel. Está nervioso. Repasa lo que va a decir. No todos los días da noticias tan importantes. Toma aire y se siente seguro porque los planes de Dios tarde o temprano siempre llenan de alegría a quienes los aceptan. La Navidad es alegría porque nace Jesús, y al nacer, se queda con nosotros. Nos alegra su nacimiento pero más aún su presencia. Jesús, estás en el Sagrario, en mi alma en gracia, en los pobres y necesitados de la vuelta de la equina. Estas de mil maneras a mi lado y ahora me pregunto ¿estoy alegre, entonces?
Que nada te aparte de Jesús.
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Quizá parte de la tristeza que a veces le puede venir a uno sea por culpa de la desobediencia. Algo así como lo de Adán y Eva que no le hicieron caso a Dios y se comieron la manzana. A lo Shakespeare: ¿obedecer o no obedecer?, esa es la cuestión. Ayúdame, Jesús, a entender que obedecer en una cosa chiquita que hace más agra­dable la vida de mi familia, da alegría a mis papás, ayuda a mis her­manos… La Virgen lo entendió, y de su obediencia vino un gran bien.
No pienses en lo que cuesta sino en la alegría que das obedeciendo.
Propósito: Darle una alegría a mi mamá

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Aprender a tener fe


Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento. (Lc 1, 20)
Zacarías se quedó mudo por falta de fe. Se le había aparecido un án­gel y aún así duda. ¿Será posible tanta incredulidad? Siento como si desde dentro de la escena me mirara Zacarías y me dijera ¡y tú quien te has creído! Con señas, obviamente, porque está mudo. Tiene razón Zacarías. A mí me han explicado desde chiquito que Jesús está en el Sagrario y le visito tan poco. He visto a mi mamá rezar y obtener de Dios el milagro que pide; y ni así logro ser constante en mis Avemarías de la noche. Me dices tan claramente, Jesús, cuál es tu voluntad a través del director espiritual y sigo siendo un cobarde.
Que no se te tenga que aparecer un ángel para que hagas lo que Dios te pide. Dáselo hoy.
Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.» (Lc 1, 25)
Isabel es discreta. Decidió agradecer así el regalo que Dios le hizo. No va por ahí, como a veces me pasa a mí, cacaraqueando lo que le pasó. Quizá porque valora el don que Dios le dio y le parece que no es para andarlo contando. Jesús, a veces por un pasito que doy en mi vida quiero que todos me vean y admiren.
No podrías ser más discreto y… constante.
Propósito: Hacer lo que Dios me pide y luego no andarlo contando

martes, 18 de diciembre de 2018

Tiempo para oír mucho


He aquí que un ángel del Señor se la apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo (Mt 1, 20-24)
José veía que algo inexplicable estaba pasando en el embarazo de María, porque, una mujer tan cercana a Dios, tan límpia y casta, no podría encontrarse así de la nada. Seguro que se acordó de la profecía: “la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien llamarán Emmanuel”. Pobre José, cómo lo habrá pasado de mal. Y qué bueno es Dios, que en sueños le hace ver que no debe tener miedo de reci­bir a María, pues la explicación de todo está en que el Espíritu Santo ha actuado. Cuando Dios ve buenas disposiciones, se luce. Lúcete conmigo, Jesús. Voy a poner de mi parte.
Recibe una tutoría de José (Pepe) de “oír a Dios”.
Todo esto ha ocurrido para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien llamarán Emmanuel, que signifi­ca Dios-con-nosotros. (Mt 1, 22-23)
Cada ves está más cerca la Navidad. Yo quisiera, Jesús, que to­das las personas del mundo pudieran pasar una Navidad feliz; que todos pudieran experimentar la alegría de tener a Dios con ellos. Emmanuel, significa Dios-con-nosotros. Pienso que estarás especial­mente con los que en Navidad, estarán tristes, sólos, pobres, aban­donados, enfermos.
Repítele: Emmanuel, Manuel, Manolo… siempre conmigo.
Estar siempre con los tres, con Jesús, María y José

lunes, 17 de diciembre de 2018

Reciclaje Divino


David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán… (Mt 1, 6-7).
Y resulta que la mujer de Urías aparece dentro de tus antepasados. Tengo bien grabada en mi cabeza la historia del pecado de David con la mujer de Urías. La sé, porque la utilizó mi profesor de religión para explicar que David, por andar viendo lo que no tenía que ver, terminó deseando lo que no tenía que desear; y como David era rey, pues sus deseos se convirtieron en órdenes. Es impresionante ver que Dios se sirva hasta de nuestros errores para sacar cosas buenas. Eso me llena de esperanza. Por muy mal que me haya portado antes; o bien, por muy bajo que haya caído, siempre, siempre, hay salvación.
Piensa en el “reciclaje divino”: la basura se convierte en oro…
Las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, ca­torce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, ca­torce. (Mt 1, 17).
¿Qué significa el número catorce, puesto que veo que aparece varias veces en este texto de evangelio? Según escuché un día en la homilía de la Misa del Domingo (para que veas, Jesús, que sí pongo atención), el catorce era signo de perfección. Dios hace las cosas perfectas. El mundo es hermoso y bello. Como decía San Josemaría, somos noso­tros los hombres, los que lo arruinamos con nuestros pecados. No es literal, pero es la idea que se me quedó.
Tus buenas acciones contribuyen a embellecer el mundo.
Propósito: Derrochar belleza… no me refiero a mi cara, sino a las obras.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Entonces, ¿qué debemos hacer?


Las muchedumbres le preguntaban: Entonces, ¿qué debe­mos hacer? (Lc 3, 10).
Jesús, y yo, ¿qué debo hacer? De momento, lo que se me ocurre, es tomarme en serio eso de que hay que prepararse para tu venida. Mi casa, hacer ratos que está preparada. Mis hermanitos, desde noviem­bre, ya van por ahí cantando villancicos. No cantan mal, pero el mis­mo villancico una y otra vez, termina aburriendo. Al menos ya dejaron de cantar “Baby Shark” (si no la has oido, Jesús, no te la recomiendo). Creo que podría hacer mi propio villancico, pero no de palabras, sino de obras. Y comenzar a ayudar en mi casa, especialmente ahora que estoy de vacaciones.
Podrías hacer una lista de cosas en las que podrías ayudar en tu casa. De seguro que tu mamá tiene ya algo en mente.
Maestro, ¿qué debemos hacer? (…) Asimismo le preguntaban los soldados: Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer? (Lc 3, 12-14)
La gente, le preguntaba a Juan el Bautista, con gran ilusión “¿Qué ha­cer?”. Curiosamente, es justo lo contrario que se me ocurre a mí. Yo, voy a serte sincero, lo que me sale, en ocasiones, del fondo del alma, es decir: “¿Y también quieren que haga eso?”. Creo que debo dar, como dice el profesor de matemáticas, un “giro copernicano”. Es decir, cam­biar el centro en torno al cual girán mi vida. Antes la gente, pensaba que el Sol giraba en torno a la tierra; y fue el tal Copérnico al que se le ocurrió descubrir que no era así: la tierra es la que gira en torno al Sol.
Da el giro copernicano: deja tu complejo de Sol.
Propósito: volverme super servicial en mi casa.

sábado, 15 de diciembre de 2018

Viene a la tierra para padecer


Yo os digo que Elías ya ha venido y no lo han reconocido, sino que han hecho con él lo que han querido (Mt 17, 12).
Me encanta la historia de tu Pueblo, Jesús. Te tengo que confesar que a veces voy a leer las vidas de los Reyes, los Profetas, y tantos héroes en un libro de dibujos mi abuelita que se llama “Historia Sagrada para Niños”. Dame, Jesús, la fe de Moisés, el coraje de Jonás –aunque al principio fue un cobarde– y la fuerza de Sansón. Pero ahora te pido perdón por los que se iban a adorar a dioses falsos y por los que re­chazaron a los profetas hasta darles martirio como a Juan Bautista. Yo no te quiero traicionar nunca.
Piensa: ¿has traicionado alguna vez a Jesús?... Pídele perdón.
También el Hijo del Hombre ha de padecer de parte de ellos (Mt 17, 12).
Primero mataron a los profetas, y luego Jesús, te clavaron en una Cruz, después de flagelarte, coronarte de espinas, cargarte con la cruz… Físicamente lo hicieron ellos, unos cuantos romanos y judíos, pero en el fondo lo hicimos todos los hombres con nuestros pecados. Mi abuela, la del libro de dibujos, tenía una imagen del Niño-Dios acostado, no en una cunita sino en una Cruz, abrazándola. Y ahora me acuerdo del villancico que dice en una estrofa “mi Madre es del Cielo, mi Padre también,/ yo vine a la tierra para padecer”. Tú, Jesús, sabías a lo qué venías, y viniste. Ayúdame a sufrir cuando me toque, para unirme a tu Cruz.
Repite a Jesús que no quieres tener miedo a la Cruz.
Propósito: Hacer unos sacrificios diarios hasta el día 24.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Déjale que te pregunte


Jesús llegó al templo y (...) se le acercaron los sumos sacer­dotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autori­dad? (Mt 21, 23).
Hubo una famosa frase que dijo un cantante a un boxeador. John Lennon le dijo un día a Mohammed Alí: “Cuanto más auténtico seas, más raros serán los demás”. Cada uno la interpretó a su manera. Jesús, aquellos judíos eran retorcidos y no buscaban la verdad, sino perderte. Ellos eran “La autoridad”, ellos eran “Los auténticos”; y los que no fueran como ellos se convertían en raros. Jesús, ahora pasa igual. A los que queremos ser cristianos se nos llama raros porque no nos sometemos a lo “políticamente correcto”, al pensamiento dominante del momento. Jesús, ayúdame a ser como Tú o mi Madre la Virgen, auténticamente cristiano, sin dejarme llevar de complejos de inferioridad.
¿Por miedo a quedar mal me hago el que no le conozco?
Jesús les replicó: os voy a hacer yo también una pregunta (Mt 21, 24).
Jesús, a mí me puedes hacer no sólo una, sino muchas preguntas. Y lo haces porque cuando hago oración no paras: –¿Por qué estás tan serio? –¿Por qué no me cuentas un chiste? –¿Por qué no me cantas algo? ¿Por qué no hablamos de aquello de lo que te estás haciendo el loco?
Deja que Jesús te pregunte lo que quiera. Eso sí, responde y no te hagas el desentendido.
Propósito: responder a Jesús.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Aplanadoras del cielo


Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías» (Jn 1, 23).
Un día encontré unas personas que no celebraba la Navidad. Será que no son católicos, le contesté. Me sorprendió más saber que no sólo no la celebra sino que no habían oído hablar nunca de ti, Jesús. Yo vivo en un país donde se supone que todos te conocen, aunque a veces hay muchos que se comportan como si no te conocieran. Yo el primero. Creo que también estos días son buenos para hacer las de Juan el Bautista e ir a hablar a mis amigos del verdadero sentido de la Navidad.
Examina qué amigos tienes que vivan como si no conocieran a Jesús y háblales.
«En medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. (Jn 1, 26).
Jesús, estás en medio de nosotros. No te vemos porque a veces sólo nos buscamos a nosotros mismos. A mí me pasa que quisiera ver tu rostro, pero tal como yo me lo imagino, y no como tú eres realmente. Quizá por eso me cuesta tanto verte en las personas necesitadas. A veces, hasta miedo me dan. ¡Qué buena época ésta para buscarte en los más necesitados!
Busca a una persona necesitada; quizá podría estar en tu propia casa.
Hablarle a alguien del sentido verdadero de la Navidad

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Nuestra Señora de Guadalupe, Madre Bendita


¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a ver­me? (Lc 1, 42)
Era un sábado de 1531. El indio Juan Diego iba muy de madrugada a México a sus clases de catecismo. Junto a un cerro, escuchó que lo llamaban: Juanito, Juan Dieguito. Subió a la cumbre y vio una mujer joven que le dice: Hijito mío el más amado: yo soy la perfecta siempre Virgen María, Madre del verdaderísimo Dios…, mucho quiero tengan la bondad de construirme aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión y auxilio… Allí estaré siempre dispuesta a escuchar…, para purificar y curar sus penas y dolores.
Agradece a Jesús que nos haya dado a la Virgen como Madre nuestra.
Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor (Lc 1, 45).
Juan Diego al principio se hizo el loco, pero pudo más el amor a la Virgen. Por fin, fue a ver al Obispo y desplegó delante de él su poncho lleno de rosas. Y, así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores, en ese mismo instante… apareció de improviso en el humilde ayate la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de venerarla. La Virgen se hizo una foto y nos la dejó como prueba de su amor.
Indudablemente a la Virgen le gustan las rosas. ¿Rezo el Rosario?
Propósito: Diez, veinte... cincuenta rosas para la Virgen de Guadalupe.

martes, 11 de diciembre de 2018

Obedeceré a la primera, aunque me cueste


Por aquellos días el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio (…) Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades (Lc 2,1-3).
Jesús, cuando ya todo está preparado para recibirte lo mejor posible, San José y la Virgen María tuvieron la noticia de que debían viajar a Belén. Fue una gran contrariedad porque los viajes eran entonces muy molestos. Sin embargo, no protestaron. Enseguida se pusieron a preparar las cosas para salir cuanto antes. Aquel cambio de planes –como a todos nos sucede cuando nos mandan algo que no nos gusta– les costó trabajo. Pero ellos sabían que al obedecer a quien lo había ordenado, estaban obedeciendo a Dios. No pusieron mala cara y obedecieron rápidamente.
Dile a Jesús que quieres obedecer y siempre a la primera.
José como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David llamada Belén (Lc 2, 4-5).
Jesús, en este día tan cercano a la Navidad, voy a preparar la venida del Niño Dios obedeciendo siempre a la primera, sin que me digan las cosas dos o tres veces; y con alegría, sonriendo siempre. Además, en mi casa me suelen mandar cosas sensatas, no locuras como la del censo que se le ocurrió al Rey de Roma. Obedeciendo me pare­ceré más a Ti, Jesús, y a María y a José.
Pídelo a José, que te ayude a obedecer con prontitud.
Propósito: Repito: Obedecer a la 1ª y sonreir

lunes, 10 de diciembre de 2018

Bits en los que se oye música celestial


Les aseguro que no ha surgido entre los hombres nadie ma­yor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él (Mt 11, 11).
Juan el Bautista era un hombre incansable. Predicó hasta el mismo día en que Herodes lo mandó decapitar. No se cansa de hablar de la verdad. Era un grande. Jesús, y más grandes somos nosotros, que te hemos conocido y recibido en la Eucaristía tantas veces. Un amigo que decía que para no cansarse, era importante tener clara la meta. ¿Tendré clara yo mi meta, es decir, irme al cielo? A lo mejor, por eso me canso tan rápido de rezar o de servir a los demás.
Aunque no lo creas, servir ahuyenta la pereza.
El que tenga oídos, que oiga (Mt 11, 15).
Si no van a ser para oír, para qué va uno a tener las orejas. Pero hay quien teniendo oídos en buen estado, tiene, como le dijo un psicó­logo a un amigo, sordera atencional. Es decir, gente que no oye por no poner atención. Tú, Jesús, estás ahora, en este rato de oración, queriendo hablarme. Tus palabras suenan más hermosas que el más bello de los poemas o la canción más descargada en iTunes. Y pen­sar que me las pierdo por el ruido que hago al descansar, al distraer­me un poco para recuperar las fuerzas, cuando no hago más que tener los audífonos, sean Bits o los que traía el celular frijolito sonando a todo volumen.
Busca el silencio, y escucharas nuevas melodías.
Propósito: apagar un ratito la música para hacer oración.

domingo, 9 de diciembre de 2018

¡Velad!


Velad, pues, porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que horadasen su casa (Mt 24, 37-44)
Jesús, la otra noche tuve un sueño inquietante. Soñé que me hacían un regalo muy bien envuelto. El paquete era bastante grande y lo desenvolví con cuidado para no romper el papel. ¡Maniático que es uno! No es que el envoltorio fuera muy historiado, no; era un vulgar pa­pel marrón de estraza. Cuando por fin, con mucho esfuerzo, conseguí quitar todos los celos —sin romperlo—, e iba a sacar el contenido del paquete… me desperté. ¿¡Qué desilusión!? No. Entonces comprendí claramente, de golpe, que el regalo que Dios me quería hacer era el nuevo día y que mi tarea consistía en ir descubriéndolo, desenvolverlo poco a poco: la Sta. Misa, los macarrones con tomate, la sonrisa de mi hermana, mis amigos, el ketchup… Jesús, cada día estoy rodeado de tanta belleza…
¡Qué me dé cuenta! Jesús, que pillo eres: me hablas hasta en los sueños.
Lo que digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad! (Mc 13,37).
Aquella otra niña, cuando era su cumpleaños, nada más despertar, buscaba el regalo que Dios le tenía preparado: a veces era una neva­da, otras un arco iris, los cristales de la habitación empañados. Jesús, que sepa descubrir las bellezas que cada día encierra.
Jesús, tú eres el mejor regalo.
Propósito: desenvolver pero sin romper.