lunes, 17 de diciembre de 2018

Reciclaje Divino


David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán… (Mt 1, 6-7).
Y resulta que la mujer de Urías aparece dentro de tus antepasados. Tengo bien grabada en mi cabeza la historia del pecado de David con la mujer de Urías. La sé, porque la utilizó mi profesor de religión para explicar que David, por andar viendo lo que no tenía que ver, terminó deseando lo que no tenía que desear; y como David era rey, pues sus deseos se convirtieron en órdenes. Es impresionante ver que Dios se sirva hasta de nuestros errores para sacar cosas buenas. Eso me llena de esperanza. Por muy mal que me haya portado antes; o bien, por muy bajo que haya caído, siempre, siempre, hay salvación.
Piensa en el “reciclaje divino”: la basura se convierte en oro…
Las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, ca­torce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, ca­torce. (Mt 1, 17).
¿Qué significa el número catorce, puesto que veo que aparece varias veces en este texto de evangelio? Según escuché un día en la homilía de la Misa del Domingo (para que veas, Jesús, que sí pongo atención), el catorce era signo de perfección. Dios hace las cosas perfectas. El mundo es hermoso y bello. Como decía San Josemaría, somos noso­tros los hombres, los que lo arruinamos con nuestros pecados. No es literal, pero es la idea que se me quedó.
Tus buenas acciones contribuyen a embellecer el mundo.
Propósito: Derrochar belleza… no me refiero a mi cara, sino a las obras.