viernes, 28 de diciembre de 2018

Santos Inocentes “Ay del Chiquirritín, Chiquirriquitín”


Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó en extremo, y mandó matar a todos los niños que había en Belén (Mt 2,16).
Un chicle sin azúcar, un café descafeinado, un champán sin burbu­jas… pueden servir pero no dejan de ser un “quiero pero no puedo”. ¿Una Navidad sin Nacimiento, sin Villancicos? ¿Una Navidad sin Niño- Dios?... es un fracaso. Herodes lo intentó: en las primeras Navidades de la historia quiso eliminar al Niño y acabó con todos los niños. Niño- Dios, aunque vengan ahora los modernos Herodes yo te protegeré. En mis Navidades el centro no serán ni los regalos, ni la las fiestas ni los tamales. Serás Tú, Jesús mío. Y el tamal me sabrá más rico, las fiestas más divertidas, los regalos más bonitos y los niños más contentos.
Jesús, ¿hay algo qué me impide recibirte bien?
Y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos” (Mt 2, 16-17).
Jesús, ¡qué pena! Herodes calculó cuidadosamente, casi hasta científicamente la forma de eliminar niños. Sobraban, molestaban. Ahora también hay plazos, no de 2 años pero sí de 20 semanas, 20 días: ¿un pre-embrión, un feto, un niño? ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? Jesús, hoy te pido por todos esos niños y por sus papás.
Jesús, te duele ¿verdad? A mi también, y mucho
Propósito: Rezar por los niños no nacidos y encender una vela.