viernes, 21 de diciembre de 2018

Jesús necesita “borricos”


María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre (Lc 1, 39).
Jesús ¿cómo nacieron los villancicos? ¿Quién los compuso? Yo pienso que algo tuvo que ver San José. En esos viajes por Judea acompa­ñando a la Virgen y al Niño que iba a nacer, para distraer a María -no tenían radio, ni ningún tipo de reproductor de música- San José seguro que empezó a cantar: “Ande, ande, ande, la Marimorena” (así llama­ba con cariño a María por ponerse morena con tanto sol); y luego ani­maba al burrito: “Arre burro arre, vamos a Belén…”; y cuando pasaban por un puente: “pero mira como beben los peces en el río…”. ¿Habrán nacido así los villancicos?
Cantar villancicos con María y José.
Al desatar el borrico sus amos les dijeron: -¿Por qué desatáis el borrico? (Lc 19, 33-34).
Que buena cosa es ser borrico delante de Jesús. Los burros son sus predilectos: Belén, viaje a Egipto, entrada en Jerusalén. Además en la Navidad el borrico está en primera fila, en el Portal. Me da risa pensar, Jesús, que a veces, en algunos países, decirle burro a alguien equi­vale a llamarte tonto. Y no creo que nadie elija un burro de mascota de su escuela; pero ser así, sencillo, sin complicaciones, permite ver a Dios.
Dile a Jesús que quieres ser su burrito.
Propósito: Poner villancicos en la cena.