En aquel tiempo fue
enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios (…) y el nombre de la Virgen era
María (Lc 1, 26-28).
“Y el nombre de la Virgen era María” ¡María…! Qué bien suena:
María, María, María… Como me gusta repetir: ¡María! Jesús, ayer comenzó la
Novena de la Inmaculada y durante estos 9 días me he propuesto poner roja a tu
Mamá con mis piropos. Si te parece bien, los días que quedan hasta la
Inmaculada voy a ir leyendo lo que dice la Sagrada Escritura de María para ella
sea la protagonista de mis ratitos de oración con el 3+2. Ella, que es tan
buena, como en las Bodas de Caná, se encargará de susurrarte en el oído lo que
necesito.
Repite
muchas veces: “Ave María Purísima, sin pecado concebida”.
Eres toda hermosa, y
no hay en ti mancha (Ct 4, 7).
Hace años, hubo un gran problema en el Golfo de México. Una fuga
de un pozo petrolero llenó el mar con una mancha negra de muerte. Dicen que
durante años pagaremos sus consecuencias. Hace muchos años, Adán y Eva
cometieron el Pecado Original y desde entonces el mal ha inundado el mundo
manchando los corazones de todos los hombres… menos uno: el Corazón Inmaculado
de María. Este es el dogma de la Inmaculada Concepción de María: «la bienaventurada
Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el
primer instante de su concepción».
Querer
a María es parecerme a Ella ¿Ya me he confesado?
Propósito: limpiar
mis manchas de petróleo: CONFESARME.