Padre, ha llegado la
hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique (Jn 17, 1).
¡Faltan cinco minutos!; ¡Es la hora…! Avisa en clase el encargado
con puntualidad suiza, casi como un “reloj de cuco”. También Jesús avisa a su
Padre: Padre, ha llegado la hora… Todo llega, es cuestión de tiempo: hay tiempo
para reír y tiempo para llorar; tiempo para sembrar y tiempo para cosechar;
tiempo para trabajar y tiempo para descansar… Todo tiene su tiempo y Dios su
eternidad. Padre, ha llegado la hora… El Hijo, el Padre junto al Espíritu Santo
serán eternamente glorificados por los coros de los Ángeles, de los Santos y,
aunque desafino un poco, también por mí.
Jesús,
que aproveche el tiempo. Esto se acaba, y no hay quien lo pare...
Tuyos eran, me los
confiaste y han guardado tu palabra. (…) Yo ruego por ellos; (…) he sido
glorificado en ellos (Jn 17, 6.9.10).
Cuando hablan bien de mí, y lo oigo me pongo colorado. Jesús, gracias
por los piropos: han guardado tu palabra; he sido glorificado en ellos. ¡Qué
otra cosa voy a hacer, sino! Que toda mi vida sea guardar tu palabra y darte
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Termina
diciendo que quieres glorificar a Jesús con tu santidad.
Propósito:
Aprovechar el tiempo.