Nadie puede servir a
dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su
adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las
riquezas (Mt 6, 24).
Como tu Jesús amas y te das del todo, por eso pides que te amemos
con todo, sin andar compartiendo el corazón con otras cosas. Lo dices bien
claro o uno ama a Dios o acaba amando las riquezas (el dinero, la comodidad,
los placeres). Bueno, Jesús, yo quiero ser de los que te amen del todo sin
andar compartiendo el corazón con tonteras. Quiero ponerte en primer lugar en
mi cabeza, en mi corazón y en mi lengua.
Sigue
diciéndole a Jesús que lo quieres mucho.
Por eso os digo: No
os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, con qué os
vestiréis. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el
vestido? (Mt 6, 25).
El Papa Benedicto XVI explica este pasaje del evangelio así: Quien
cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la
búsqueda de su reino, de su voluntad. Cuantas veces no te pongo en primer
lugar, Jesús. Si tengo exámenes dejo de último el rezar, si estoy con la
ilusión de ver un partido de fut te dejo para después, si no estoy con ganas me
olvido de Ti. ¡Que te ponga en primer lugar! ¡Que no te deje tirado!
Pídele
a Santa María la fortaleza de poner a su Hijo en primer lugar.
Propósito: El primer
lugar para Jesús.