“Y envió por delante
unos mensajeros, que entraron en una aldea de samaritanos para prepararle
hospedaje” (Lc 9, 52).
Señor caminas hacia Jerusalén y mucha gente te sigue. Unos sólo te
acompañan de lejos, son del montón y no se involucran. Pero otros son parte del
grupo de los amigos, tú puedes confiar en ellos y pedirles que te ayuden.
Ahora también sucede lo mismo: hay gente a la que da pena que la identifiquen
como cristiana y te acompañan de lejos, sin involucrarse. Gente que se achica
por defenderte a ti, o los mandamientos que nos distes, o la dignidad del
cuerpo con el que no se negocia. Se creen así más hombres, y son más bestias.
Yo quiero dar la cara siempre, porque como dice el refrán “el que es gallo
donde sea canta”, tanto en clase, como estos días de vacaciones…
Dame
fortaleza para no tener miedo ni vergüenza de ser uno de los tuyos.
“Mientras iban de
camino, uno le dijo: Te seguiré adonde quiera que vayas” (Lc 9, 57).
Dentro de los del montón hay algunos que quieren involucrarse… “a
donde quiera que vayas”. Seguir a Cristo sin condiciones. ¡Caminar con Él, a
donde Él me lleve! Me acuerdo de lo del desayuno gringo de huevitos con tocino:
la gallina ayuda, pero el cerdito se involucra. Se dice pronto, pero… cómo me
cuesta poner la carne, porque es la de uno.
Señor,
quiero seguirte. Ayúdame en mi debilidad.
Propósito: Poner la carne.