domingo, 30 de junio de 2019

“Te seguiré adonde quiera que vayas”


“Y envió por delante unos mensajeros, que entraron en una aldea de samaritanos para prepararle hospedaje” (Lc 9, 52).
Señor caminas hacia Jerusalén y mucha gente te sigue. Unos sólo te acompañan de lejos, son del montón y no se involucran. Pero otros son parte del grupo de los amigos, tú puedes confiar en ellos y pe­dirles que te ayuden. Ahora también sucede lo mismo: hay gente a la que da pena que la identifiquen como cristiana y te acompañan de lejos, sin involucrarse. Gente que se achica por defenderte a ti, o los mandamientos que nos distes, o la dignidad del cuerpo con el que no se negocia. Se creen así más hombres, y son más bestias. Yo quie­ro dar la cara siempre, porque como dice el refrán “el que es gallo donde sea canta”, tanto en clase, como estos días de vacaciones…
Dame fortaleza para no tener miedo ni vergüenza de ser uno de los tuyos.
“Mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré adonde quiera que vayas” (Lc 9, 57).
Dentro de los del montón hay algunos que quieren involucrarse… “a donde quiera que vayas”. Seguir a Cristo sin condiciones. ¡Caminar con Él, a donde Él me lleve! Me acuerdo de lo del desayuno gringo de huevitos con tocino: la gallina ayuda, pero el cerdito se involucra. Se dice pronto, pero… cómo me cuesta poner la carne, porque es la de uno.
Señor, quiero seguirte. Ayúdame en mi debilidad.
Propósito: Poner la carne.