Habéis oído que se
dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No repliquéis al
malvado; por el contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha,
preséntale también la otra (Mt 5, 38-39).
Jesús, desde que me enteré de unos hermanos gemelos que son santos
y que sus papás (papá y mamá) son santos también, esto me hace pensar. Esos
hermanos se llamaban Marcos y Marcelino. A mi estas historias, Jesús, me gustan
porque me animan a rezar por toda mi familia para que todos nos ganemos el
cielo. No sé dónde fue que oí que el lugar más difícil para hacerse santo es en
la familia. No sé si esto es verdad o no, pero en mi caso sí que lo creo, ya
que cuando estoy en la casa me relajo y lucho poco por ser servicial, alegre y
apostólico.
Continúa
contándole a Jesús cómo te comportas en tu casa.
A quien te pida,
dale; y no rehúyas al que quiera de ti algo prestado (Mt 5, 42).
Para mí, Jesús, esto que dices me parece muy difícil. Te explico.
En mi casa soy un experto para hacerme el loco y no ayudar, para escabullirme,
esconderme y hacerme el sordo si me piden un favor. Y si luego hago algo espero
que me lo agradezcan y me siento con el derecho de no hacer nada más. Jesús,
ayúdame a ser servicial, alegre y apostólico en mi casa.
Dedícate
unos minutos a imaginarte como eran Jesús, María y José cuando estaban en su
casa de Nazareth.
Propósito: Servir en
la casa sin esperar a que me lo pidan.