Y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada (Lc 2, 5-6).
Mientras la Virgen María y San José viajaban hacia Belén, a
veces conversaban entre sí y otras veces caminaban en silencio. Cuando estaban
callados, hablaban por dentro con el Niño Dios y le agradecían todas las cosas
buenas que nos iba a traer a los hombres. También le decían al Niño Dios con el
corazón, sin que se oyesen las palabras, que le querían mucho.
·
Jesús, estos días, mientras llegas, por dentro hablo
contigo agradeciéndote
tantas cosas…
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán (Mc
13, 31).
Las oraciones vocales como el Padrenuestro y el Avemaría
son muy buenas, porque nos ayudan a pedirle lo que se debe y nos facilitan el
rezar juntos. Son Oraciones-Bombón porque a la vez que se
recitan, se pueden saborear. Pero para hablar con Dios no hace falta siempre
que se nos oiga. Él nos escucha en todo momento porque sabe lo que nos pasa en
nuestro corazón y en nuestra mente. Debemos procurar hablar con Dios, muchas
veces a lo largo del día: cuando trabajamos o hacemos nuestros deberes, al
caminar por la calle, cuando jugamos o cuando descansamos.
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Dile a Jesús con gritos silenciosos lo mucho que le
quieres.
Propósito:
saborear los bombones.