domingo, 2 de diciembre de 2012

Tercer día 9ª Inmaculada. Sta María, Templo de Dios


En aquellos días se puso María en camino y marchó aprisa a la montaña, a una ciudad de Judá (Lc 1, 39).
Fíjate qué buena es mi Madre, nuestra Madre, que es también de todos los hombres: cuando se entera que su prima Santa Isabel va a ser también madre, se marcha corriendo para ayudar en lo que pueda. María guarda su poca ropa. José, que está en todo, ha traído el burrito. María tiene prisa por llegar. Ella sabe que es Templo de Dios, el primer Sagrario de la historia, la primera procesión del Corpus Christi. Nuestra Madre es la custodia más hermosa, el cofre más rico para un tesoro incalculable. Tiene prisa porque quiere compartir su alegría con su prima, con todos los hombres.
·         Agradece a María que siempre nos traiga a Jesús.
Y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel (Lc 1, 40).
Escribe San Josemaría: Llegamos. —Es la casa donde va a nacer Juan, el Bautista. —Isabel aclama, agradecida, a la Madre de su Redentor: ¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? (Lucas 1, 42-43). ¡Qué suerte la de Santa Isabel!: recibió la primera visita del Santísimo. Yo también recibo la visita de Jesús en cada Comunión. Como nuestra Madre me convierto entonces, por unos momentos, en un Sagrario, en una custodia.
·         ¿Por qué no me propongo comulgar todos los días de la Novena?
Propósito: ayer me confesé, pues hoy comulgo.