Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Lc
2, 11).
Se cuenta que, hace muchos siglos, en una noche de Navidad en
Tierra Santa, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, San
Jerónimo se quedó allí solo rezando, y que se le apareció el Niño Jesús que le
decía: —Jerónimo ¿qué me vas a regalar por mi cumpleaños? Él respondió:
—Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como
mejor te parezca. El Niño Jesús añadió: — ¿Y ya no me regalas
nada más? — ¡Oh mi amado Salvador!, exclamó el anciano, por Ti
repartí ya mis bienes entre los pobres. —Por Ti he dedicado mi tiempo a
estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te
daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme
todo por Ti
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¿Qué le regalas tú?
Lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre (Lc
2, 7).
El Divino Niño le dijo: —Jerónimo: regálame tus pecados
para perdonártelos... El santo al oír esto se echó a llorar de emoción
y exclamaba: — ¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto! Y
se dio cuenta de que lo que más desea Dios que le ofrezcamos los pecadores, es
un corazón humillado y arrepentido, que le pida perdón por las faltas
cometidas.
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¿Qué esperas a darle los tuyos?
Propósito:
llevar al Niño el regalo de mis pecados, arrepentidos.