jueves, 27 de diciembre de 2012

San Juan Apóstol. Y permanecieron con Él


Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21, 7).
Jesús, San Juan cuando te conoció bien podía tener mis años. Y como yo era un joven lleno de ideales y acné, con ganas de cambiar el mundo. Yo quisiera —me has dicho— que Juan, el adolescente, tuviera una confidencia conmigo y me diera consejos: y me animase para conseguir la pureza de mi corazón (Camino n. 125). Santa Pureza es lo raro de no ser raro. Porque la impureza no va sola, sino que se hace acompañar de egoísmo, violencia, pereza… La impureza esclaviza, no se conforma, siempre está insatisfecha, quiere más. Niño-Dios, hoy te pediré, por mediación de San Juan, el don de la Santa Pureza para mí y los míos.
·         Sigue pidiendo la pureza.
Maestro, ¿dónde vives? (…) Venid y veréis (…) Y permanecieron con Él aquel día. Era como la hora décima (Jn 1,39).
¿De dónde sacaba Juan la fuerza? ¿Cómo consiguió un corazón tan enamorado? —Respuesta: del trato con Jesús. Después de encontrarse con el Amor, ya no le gustaban los amoríos. Nos lo decía el Papa Benedicto XVI en Colonia: Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros con un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo.
·         Estamos en el Año de la Fe: pídele a Jesús que te aumente la Fe y que te comprometas.
Propósito: permanecer con Él.