Has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu
seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Lc 1, 30-31).
Cuenta un escritor inglés que un día frío y de niebla viajaba
en un autobús con bastantes pasajeros. Todos iban sombríos, callados y
aburridos. En una parada del camino subió una madre joven llevando en sus
brazos un precioso niño. La madre era tan simpática, el niño tan gracioso y la
comunicación entre ambos tan alegre, que la alegría se fue contagiando por todo
el autobús. Al poco rato todos los pasajeros reían y la alegría llenaba el
ambiente (C.S. Lewis).
·
Jesús, la alegría como la gripe es contagiosa ¿A quién puedo contagiar?
Os traigo una buena noticia, una gran alegría para
todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el
Mesías, el Señor (Lc 2, 10).
Comentaba el mismo escritor: En el viaje de la humanidad por
este mundo todo era tristeza y aburrimiento. Pero un día subió al carro de la
vida una Madre con un precioso Niño: fue un 25 de diciembre. Jesús apareció en
esta tierra en brazos de su Madre, María, y lo cambió todo. Jesús, con razón
llamamos a tu Madre: Causa de nuestra alegría. Fue Ella la que te trajo al
mundo.
·
Termina la oración con: ¡Viva la Madre que te trajo al
mundo!
Propósito:
contagiar alegría.