viernes, 28 de diciembre de 2012

Santos Inocentes. Ay del Chiquirritín, Chiquirriquitín


Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó en extremo, y mandó matar a todos los niños que había en Belén (Mt 2,16).
Un chicle sin azúcar, un café descafeinado, un champán sin burbujas… pueden servir, pero no dejan de ser un quiero, pero no puedo. ¿Una Navidad sin Nacimiento, sin villancicos? ¿Una Navidad sin Niño-Dios?... es un fracaso. Herodes lo intentó: en las primeras Navidades de la historia quiso eliminar al Niño y acabó con todos los niños. Niño-Dios, aunque vengan ahora los modernos Herodes, yo te protegeré. En mis Navidades el centro no serán ni los regalos, ni la las fiestas. Serás Tú, Jesús mío.
·         Pídele a Jesús por todos los niños.
Y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos (Mt 2, 16-17).
Jesús, ¡qué lástima! Herodes calculó cuidadosamente, casi hasta científicamente la forma de eliminar niños. Sobraban, molestaban. Ahora también hay plazos, no de 2 años pero sí de 20 semanas, 20 días: ¿un pre-embrión, un feto, un niño? ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? Jesús, hoy te pido por todos esos niños y por sus papás.
·         Sigue pidiéndole perdón a Jesús por todos esos niños que son eliminados.
Propósito: rezar por los niños no nacidos que hoy van a morir.