sábado, 5 de abril de 2014

Cinco minutos de Evangelio, por lo menos

Unos decían: Este es verdaderamente el Profeta. Otros: Este es el Cristo. En cambio, otros replicaban: ¿Acaso el Cristo viene de Galilea?
Jesús, el conductor del autobús que me lleva todos los días al cole se llama don Segundo. Es un hombre bueno, muy puntual, que hace ho­nor a su nombre: ¡Llega al segundo! Se lo decimos y se ríe. Y ya, en el colegio, encuentro la clase limpia y ordenada: ha sido Hortensia que por las tardes hace la limpieza. Jesús, ellos, quizá sin darse cuenta son Cristo. No son don Segundo, ni Hortensia: son Tú, Cristo que te haces presente. Este es el Cristo, que no ha venido a ser servido, sino a servir
·        Ahora habla con Jesús si sabes servir o eres un servido.
¿Por qué no le habéis traído? Respondieron los alguaciles: Jamás hombre alguno habló así. (Jn 7, 45-46).
Jesús, ¡qué bien hablabas! Los que te oían se quedaban boquiabier­tos, embobados (esta palabra se la aprendí de la muy fresa de mi hermana), escuchándote: ¡Más, más… otros cinco minutos más por­fa..! ¡La de la oveja perdida! ¡La del hijo pródigo! ¡Maestro, la última parábola! Jesús, Tú eres el Verbo hecho carne, eres La Palabra encar­nada y los Evangelios son La Palabra encuadernada, por eso cada día, después de leerlos, los beso, te beso a Ti.
·        ¿Leo los Evangelios todos los días?

Propósito: Servir y no ser servido.