Unos decían: Este es verdaderamente el Profeta. Otros: Este es
el Cristo. En cambio, otros replicaban: ¿Acaso el Cristo viene de Galilea?
Jesús, el conductor del autobús que me lleva todos los días al
cole se llama don Segundo. Es un hombre bueno, muy puntual, que hace honor a
su nombre: ¡Llega al segundo! Se lo decimos y se ríe. Y ya, en el colegio,
encuentro la clase limpia y ordenada: ha sido Hortensia que por las tardes hace
la limpieza. Jesús, ellos, quizá sin darse cuenta son Cristo. No son don
Segundo, ni Hortensia: son Tú, Cristo que te haces presente. Este es el
Cristo, que no ha venido a ser servido, sino a servir
·
Ahora habla con Jesús si sabes servir o
eres un servido.
¿Por qué no le habéis traído? Respondieron los alguaciles: Jamás
hombre alguno habló así. (Jn 7, 45-46).
Jesús, ¡qué bien hablabas! Los que te oían se quedaban boquiabiertos,
embobados (esta palabra se la aprendí de la muy fresa de mi hermana),
escuchándote: ¡Más, más… otros cinco minutos más porfa..! ¡La de la
oveja perdida! ¡La del hijo pródigo! ¡Maestro, la última parábola! Jesús,
Tú eres el Verbo hecho carne, eres La Palabra encarnada y los
Evangelios son La Palabra encuadernada, por eso cada día, después
de leerlos, los beso, te beso a Ti.
·
¿Leo los Evangelios todos los días?
Propósito: Servir y no ser servido.