jueves, 3 de abril de 2014

No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo…

Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en nombre propio, a ése lo recibiríais (Jn 5, 42).
Jesús, fíjate si soy medio burro que a veces pienso que ya te conozco lo suficiente y que me cansas. Entonces ya no te recibo. E incluso me quejo cuando tengo que estudiar el catecismo o asistir a una plática. —¿¡Otra vez Misa…!? ¡Qué aburrido! Tú, que te me acercas, que quieres ser mi amigo, y yo… no te recibo. Jesús, que te reciba siempre con alegría en los sacramentos, en los medios de formación.
·        ¿Cómo puedo recibir con alegría los sacramentos? Tal vez será quitándote las quejas.
¿Cómo podéis creer vosotros, que recibís gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que procede del único Dios? (Jn 5, 43).
Jesús, me doy cuenta que la fe se robustece con el estudio y con la formación. No es lógico que vaya creciendo en mi cultura, mi cien­cia, mi capacidad, y continúe con una formación religiosa de prime­ra comunión. Ya va siendo hora de sustituir en el alma los dientes de leche de niño por una dentadura fuerte: con mi formación y doctrina echaré el diente a cualquiera que se ponga por delante. Jesús, mi inteligencia es un chispazo de tu Sabiduría y, por eso, nada hay más razonable que creer y estoy dispuesto a demostrarlo…
·        Dos más dos: Cuatro. Dos más Dios: Infinito (y yo soy el dos).

Propósito: Quitarme las quejas.