lunes, 28 de abril de 2014

Me esperaba quien yo sabía, en donde nadie parecía

Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche (Jn 3,1).
Jesús, a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastante noctámbulo y bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la no­che dónde todo es posible. Y cuando a otros les da por pecar, yo, a veces voy a verte de noche (con la imaginación), como Nicodemo, y te adoro en el Sagrario. Eso sí, me cuesta, vivir aquello que decía San Josemaría que el último pensamiento sea para Dios. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.
·        Dile a Jesús que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,8).
San Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta: En una noche os­cura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.
·        Sácale jugo a la poesía de San Juan. Dice mucho…

Propósito: ser Nicodemo.