viernes, 25 de abril de 2014

Viernes de Pascua. El amor no es ciego, dilata las pupilas

Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le con­testaron: No. (…) Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. (…) Jesús les dijo: Venid y comed (Jn 21, 5.9).
Jesús, les demuestras con muchos detalles a los apóstoles lo mucho que les quieres. Sabes que han estado trabajando, Tú tienes que decirles y enseñarles cosas muy importantes, pero lo primero es que te preocupas de que coman. Y no te limitas a decirles que busquen comida, si no que Tú mismo les cocinas. Jesús, quiero aprender a servir y a querer a los de­más como Tú les quieres y sirves. Que no me vuelva una persona que se limita a dar buenos consejos (por ejemplo: ¿estás cansado? Descansa; ¿Tenés hambre? Busca qué comer), si no que sirva a los demás.
·        ¿Conozco los gustos de los demás? ¿Me adelanto a servir, especialmente en mi familia?
Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21,7).
Jesús, Juan tenía una vista de lince, de aguila. La barca estaba bastante lejos, pero bien que te reconoció. Dicen que el amor es ciego, pero resulta que es al contrario: El amor dilata las pupilas. Pero hay algo que no me parece bien: Jesús, ¡vaya caradura la de San Juan! ¿¡Cómo si yo no te amara, tanto o más…!?. Que San Juan me perdone, pero eso de decir que él es el discípulo amado no me parece bien. Y en el fondo de mi corazón oigo que me dices: obras son amores y no buenas razones.
·        Compite con San Juan en el amor a Jesús. A ver quién gana.

Propósito: ganarle a San Juan.