miércoles, 31 de agosto de 2016

Fiebres

La suegra de Simón tenía una fiebre alta, y le rogaron por ella. (Jesús) conminó a la fiebre, y la fiebre desapareció. Y al instante, se levantó y se puso a servirles (Lc 4, 38-39).
Jesús, la suegra de Pedro era una bien nacida. Lo digo por aquello del refrán de que es de bien nacidos ser agradecidos. Esta mujer pudo ha­berse quedado en la cama alegando que se encontraba aún convale­ciente, pero como estaba tan agradecida se puso a trabajar. A mí, en cambio, la menor molestia me lleva a tirarme en la cama: si tengo calor, si me duele la panza, o un pequeño dolor de cabeza, etc. Y abandono mi estudio y los deberes de la casa, o los hago con cara de víctima o de mártir. ¡Gracias, Jesús, por tenerme tanta paciencia! Quiero agrade­certe con mi trabajo y apostolado las muchísimas veces que me has curado de mis fiebres.
Cuéntale a Jesús sobre tus distintos tipos de fiebres.
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias, los traían a él. Y Él (…) los curaba (Lc 4, 40).
Tengo amigos y compañeros, Jesús, que también tienen fiebre. Fiebre por las salidas nocturnas desenfrenadas, fiebre de pereza, fiebre por el Facebook (actualizarlo y chismosear sin parar), fiebre por estar texteando, fiebre por actualizar la foto de su perfil, etc. Y por eso luego dicen que no tienen tiempo para ir a Misa, hacer tareas, ni ayudar en su casa. A mi me gustaría, Jesús, que los curarás.
Concreta a quiénes vas a hablarles de la Confesión.

Propósito: Sacarle cita a tus amigos con el Médico del Alma.

martes, 30 de agosto de 2016

Confesión

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio im­puro, y gritó con gran voz: Déjanos, ¿qué hay entre nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? (Lc 4, 33-34).
Me acuerdo lo que dijiste, Jesús, “bienaventurados los limpios de cora­zón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8), los que viven la pureza son ami­gos tuyos, te ven y te hablan. Los que viven en el lodo de la suciedad, los que buscan el placer sin usar la razón huyen de Ti, no te pueden ver porque la impureza ciega el alma; por eso yo quiero siempre huir de lo que me puede ensuciar, para no ofenderte y porque sé que luego cuesta mucho volver…
Mira si hay algo cercano que te pueda ensuciar y córtalo…
Y Jesús le increpó diciendo: Calla y sal de él. Y el demonio, arrojándolo al suelo, allí en medio, salió de él, sin hacerle daño alguno. Quedaron todos atemorizados, y se decían unos a otros: ¿Qué palabra es ésta, que con potestad y fuerza manda a los espíritus impuros y salen? (Lc 4, 35-36).
Tú palabra siempre es eficaz, logra lo que quiere: “Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz” (Gn 1, 3)… A los Apóstoles al resucitar dijiste: “recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados” (Jn 20, 22-23): que nunca deje yo de ir al sacerdote a oír como me saca los demonios y a quedarme muy alegre porque me has perdonado.
Dale gracias a Dios por tantas veces que te ha sacado los demonios: bautismo y confesiones.

Propósito: Apuntar en “mi plan de vida” mi día de confesión.

lunes, 29 de agosto de 2016

Horario

Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira, y se levantaron, lo echaron fuera de la ciudad, y lo llevaron hasta la cima del monte (…) para despeñarlo (Lc 4, 28-29).
“Quien dice las verdades, pierde las amistades” dice el refrán, y a Ti, Jesús, te pasó igual. Les dijiste las cosas claras y se enojaron. Lo entiendo, porque a mí me pasa un poco así: mis papás, un profesor o un sacerdote me dicen –con cariño y por mi bien– algo y me enojo, no llego a desearles la muerte –“despeñar” es tirar por un barranco– pero casi… Y alguna vez, tengo que reconocerlo, no he hecho oración por­que me asusta que me corrijas en algo, que me pidas que cambie. Ayúdame, Jesús, a no ser tan resentido, ni a creerme la gran cosa.
Agradecer a Jesús las últimas correcciones recibidas.
Pero Él, pasando por medio de ellos, seguía su camino (Lc 4, 30).
Jesús, vienes a la tierra para morir por nosotros, pero cuando llegara “tu hora” (cfr. Jn 7, 30), y primero querías enseñarnos muchas cosas y curar a tantos. El día que fueron a matarte te dejaste capturar, pero antes sólo diciendo “yo soy” los soldados “retrocedieron y cayeron por tierra” (Jn 18, 6) y podías entonces haberlos convertido en pichetes o simplemente escapar como ahora. Gracias, Jesús, por morir por mí, pero a “tu hora”; ayúdame a mí a hacer cada cosa a “mi hora”, porque así te imito a Ti. Que me esfuerce en vivir un horario.
¿Tienes un horario?

Propósito: Cada cosa a su hora.

domingo, 28 de agosto de 2016

No darse por vencido

Y sucedió que al entrar él un sábado a comer en casa de uno de los principales fariseos, ellos le estaban observando (Lc 14, 1).
Como siempre me sorprende Jesús, que aceptas ir a esa casa aunque sabes que te han invitado para observarte, para criticarte. Nos quieres tanto Jesús, que nunca te das por vencido, no tiras la toalla para intentar que regresemos todos a la vida de unos buenos hijos de Dios. Jesús, ayúdame a no darme por vencido en la lucha, que no me haga caso si me desanimo ante mis errores y pecados.
Cuéntale a Jesús cuándo fue la última vez que te has dado por vencido.
Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él, y al llegar el que os invitó a ti y al otro, te diga: cede el sitio a éste; y entonces empieces a bus­car, lleno de vergüenza, el último lugar (Lc 14, 8-9).
Ahora voy entendiendo. Jesús, como a veces me creo la gran cosa, o la gran “babosada” como dice un primo mío, me lleno de vanidad y cuando algo no me sale me estrello y me quedo tirado. El problema no es la estrellada, es que es más cómodo engañarme diciendo que estoy desanimado y triste por el fracaso que volver a luchar. Pero con tu ayuda no hay imposibles que no pueda superar.
¿En qué cosas te está pidiendo Jesús que luches más?

Propósito: Luchar.

sábado, 27 de agosto de 2016

Campeón nacional lavando platos

A uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. (Mt 25, 15).
¿Qué he hecho con los talentos que me has dado, mi Jesús? No me refiero sólo a mi extraordinaria capacidad de usar los controles del Xbox, sino a los otros. La verdad es que soy un comodón y no me doy cuenta de todo lo que soy capaz de dar en servicio de los demás. Hace unos días me enojé conmigo mismo porque descubrí que se me daba muy bien lavar los platos, cortar la grama, dejar ordenada la sala, y en cam­bio (pero esto es sólo aquí entre tú y yo) soy un tieso con los videojuegos, un pato para jugar FIFA, si hasta juego en nivel amateur.
Pulir mi talento y ponerlo al servicio de los demás.
Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor (Mt 25, 21).
Así me imagino mi llegada al cielo. Me pongo de pie, y entre la algarabía de los presentes paso a recibir mi premio. “Nadie lavaba tan bien los platos”, dirá el ángel comentarista. “Y vaya si me costó conven­cerlo de que servir era lo suyo”, dirá mi custodio. Al final de la premia­ción celestial, revisando los premios resultará que no habrá nada para expertos en Xbox, Nintendo, etc. Menos mal me cambié de categoría a tiempo, diré con una sonrisa.
Vamos a barrer con todos los premios de la categoría “servicios”.

Propósito: ofrecerme a lavar los platos

viernes, 26 de agosto de 2016

Las tareas del colegio

Las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas» (Mt 25,8).
¡Ahora sí, verdad! Las necias, que seguramente antes se burlaron de las prudentes, ahora quieren ayuda. Imagino que las prudentes, con todo el dolor de su corazón se vieron en la necesidad de negarles la ayuda. Jesús, cuántas veces por dejar las cosas a última hora, no logro terminar mis tareas y al final las termino copiando en clase. Ni pongo atención y encima, me arriesgo que me quiten mi cuaderno y el de mi amigo por andar copiando. Pero no me quedo ahi, Jesús, la cosa va a más. Si al­guno no me quiere prestar su cuaderno, le chantajeo diciéndole que es un mal amigo y que ya va a ver cuando él esté en necesidad.
Di no a la piratería de tareas.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco» (Mt 25, 10-12).
No quiero quedarme afuera, Jesús. Te prometo que este fin de semana voy hacer todas mis tareas, y si puedo, hasta voy a adelantar. No me gustaría que por haragán luego no me reconozcas. Dame la fortaleza para no retrasar las cosas y para terminar bien lo que comienzo.
Mejor acabar las tareas antes y luego jugar.

Propósito: Repito: sacar

jueves, 25 de agosto de 2016

Es cuestión de estar rezando

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).
Jesús, ahora venden unas alarmas espectaculares. Pones un código y la casa entera está protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que estar atento; porque si la alarma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me gustaría tener una alarma contra las tentaciones. Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar te­ner encendida la alarma de pequeñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural, y sensores térmicos para que no dismi­nuya la temperatura espiritual de mi alma.
Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso…? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).
Yo también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa, darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Call of Duty, que las que me pone mi papá. En las del video­juego salvo el mundo, pero ese mundo no existe; en las que me da mi papá, salvo el orden y la armonía de mi casa, que sí es real. Creo que me voy a tomar más en serio las misiones que me da mi papá.
Ser más heroico en la “Call of Duty” que me hace mi papá

Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Orden exterior fruto del orden interior

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena aparien­cia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre (Mt 23, 27).
Aparentar, quedar bien, proyectar una buena imagen, y un sinfín de co­sas más me dijo el peluquero para consolarme porque por fin mi mamá consiguió que me cortaran las greñas que andaba. Pero no es por eso, insistió mi mamá, es por orden y limpieza. Entonces entendí, que es bue­no que mi porte exterior refleje la paz que se supone hay en mi alma. A la larga, la belleza que importa, y que perdura –habría añadido mi abuela-, es la de adentro.
Voy a poner más atención en que mis cosas reflejen que soy una persona que procura hablar frecuentemente con Jesús.
Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Mt 23, 28).
Ayer, Jesús, después de confesarme, me quedé un ratito pensando en las cosas de las que te había pedido perdón. No es gran cosa, pensé; hasta para pecar soy mediocre. Pero después me di cuenta que me estaba comenzando a creer santito. Quizá no había en mi alma grandes crímenes, pero sí un montón de pequeñas faltas que a ti te duelen y de las que ahora mismo te vuelvo a pedir perdón.
Me voy a esforzar por no parecer sólo bien portado sino también serlo de verdad, desde dentro.

Propósito: ordenar mi closet.

martes, 23 de agosto de 2016

Salvando el planeta

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceri­dad! (Mt 23, 23).
No fumar, no tirar basura en la calle, no exceder la velocidad, no pararse en la grama, no consumir muchos carbohidratos; de eso sí estoy pendiente. Pero de ir a Misa, no gritarle a mis papás, estudiar duro, etc., ni me acuerdo. ¿Sera posible, Jesús, que a veces me importen más las ballenas en peligro de extinción que ayudar a mi hermanito a hacer sus tareas? No hay derecho. A ese paso, lo que de verdad estará en peligro de extinción es el cariño por los de mi casa. Voy a ser más hermano de mis hermanos y más hijo, más cariñoso, con mis papás.
¡Save the planet (mi familia)!
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! (Mt 23, 25).
Creo, Jesús, que un buen comienzo para vivir una caridad auténtica en mi casa es comenzar por el principio. Ya sé que suena como a “subir arriba” o “bajar a abajo”, pero para iniciar hay que irse al inicio: prime­ro, amar a Dios sobre todas las cosas. Ha llegado el momento de una buena limpiadita por dentro con la confesión sacramental, y comulgar.
Ecología de la buena: tener siempre libre de basura el alma.

Propósito: Ser ecologista.

lunes, 22 de agosto de 2016

Vivir en verdad

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas! (Mt 23, 13).
Jesús, ya veo que la hipocresía no te gusta. Tienes razón, a nadie le gusta que lo engañen. Me da pena decírtelo pero yo a veces también soy un poco doble cara. Me doy cuenta porque me encanta que mis papás le cuentan a las visitas que hago oración o que recibo formación espiritual, pero cuando dejo de rezar engañándome al ponerme a hacer otras cosas, me cae mal que me lo hagan ver. Más cuando me señalan que en el fondo es pereza. ¿Pereza, yo? No es pereza, me digo, es que tengo mucho qué hacer.
Ayúdame, Jesús, a no engañarme ni engañar.
¡Ay de vosotros, guías ciegos! (Mt 23, 16).
Una vez se nos ocurrió ir de excursión al campo sin saber bien el camino. Uno de los que iba con nosotros sacó a relucir sus dotes de buena orien­tación, y nos pidió que confiáramos en su guía. Para darnos más segu­ridad, sacó un GPS de su mochila. Nos llevó por un camino que terminó en un camino que no llegaba a ninguna parte. Pasamos tanto tiempo perdidos, que al final nos tuvimos que comer el almuerzo tardísimo a la orilla de la carretera, y por fin nos volvimos a casa. Varios días después nos enteramos que aquella había sido la primera excursión de nuestro “guía”. Jesús, a mí a veces me pasa algo parecido. Creo que yo solito me voy a guiar en mi vida espiritual y no me dejo aconsejar.
Usar el GPS de la dirección espiritual.

Propósito: Buscar la dirección espiritual.

domingo, 21 de agosto de 2016

Al que se raspa, curita; y a seguir jugando

Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?” Jesús le respondió: “Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta” (Lc 13, 23-24).
¿Por qué, justo hoy que es domingo, día internacional del descanso y de no hacer nada, tiene que aparecer la palabra “esfuerzo”? Parece mentira, pero viendo los partidos de la Liga Italiana y la Española, des­cubrí una cosa. Millones de personas pueden tomarse un respiro y ver los partidos en sus casas gracias al ESFUERZO de otros muchos: futbolis­tas, árbitros, camarógrafos, locutores, y un montón de gente más que ni salen ni se mencionan sus nombres. ¿No podría yo ESFORZARME, como un grande de las ligas internacionales de fútbol, para que mis papás descansen, mis hermanos jueguen, etc.?
Ponte la camiseta, y ve a meterle unos cuantos goles a la pereza.
Yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán (Lc 13, 24).
Este asunto de irse al cielo va en serio. No se lo puede tomar uno a bro­ma. A la vez, cuando uno le agarra el modo, se lo pasa super bien. Una vez vino un primo mío de Canadá. Nunca había jugado fútbol. Le expli­camos y mientras aprendía, lo dejamos de portero. Como nos estaban metiendo muchos goles, lo ascendimos a defensa. No le pegaba ni al mundo. De pronto, entendió el juego, y resultó tener talento.
Quizá lo de rezar te cuesta porque no lo practicas seguido.

Propósito: más que servir goles, golear a la pereza sirviendo en casa.

sábado, 20 de agosto de 2016

El goleador humilde

El primero entre vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la pelota en los partidos. No la paso porque siento que los otros van a echar a perder el gol. Me voy solo, disparo con todas mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente, como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé? Tú lo sabes Jesús, fue por egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento perso­nal. Ya sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
Saber servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siem­pre falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado, pero no se pone creído. Es malo jugando, lo sabe y por eso se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en consecuencia y ser feliz.
Dejar jugar a todos y aprender.

Propósito: Más pases, más goles, menos egoísmo.

viernes, 19 de agosto de 2016

Jesús te necesita

Él recorría ciudades y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios (Lc 8, 1).
Jesús, no sé qué hubieras hecho hoy, si habrías abierto una cuenta en Facebook, o un Twitter. Lo que sí sé es que no te estás quieto, vas de un lado para otro anunciando el Evangelio (la buena-noticia) que eres Tú mismo, Dios hecho hombre. Y pensar que yo me rindo ante el primer obstáculo, y que si no hay carro no me muevo ni con una grúa. Tú cami­nas aunque te canses, como aquel día en que fatigado del camino te sentaste junto al pozo a las tres de la tarde (cfr. Jn 4, 6). Yo, en cambio, casi siempre estoy cansado de no hacer nada, y me canso muy pronto de hacer el bien.
Cuenta a Jesús qué caminos recorres y por qué.
Le acompañaban los Doce y algunas mujeres: (...) María, lla­mada Magdalena,(...) Juana,(...) Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes (Lc 8, 1-3).
Y es que, hay que reconocerlo, Jesús, las mujeres son expertas en asistir con sus bienes: desde que nací me cuida mi mamá, siempre tan tierna y pendiente de todo, mi abuela que no se le escapa una. María, Juana, Susana, ayúdenme a querer más a Jesús, a ser menos tacaño con Él y con los demás, a saber poner esfuerzo y servir a Jesús en los demás.
Concreta con quién vas hacer apostolado.

Propósito: Tratar muy bien a las mujeres de mi familia.

Poner todo el corazón

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es decirte te quiero. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte “te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas cosas a lo largo del día, es por eso que después no me porto bien. Quizá ésta podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero. Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
¡Jesús, te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con “todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca contradictorio, me hará feliz.
¿Tengo envidia?

Propósito: Alegrarme de algo bueno que le pasó a otro.

jueves, 18 de agosto de 2016

Se aburren los aburridos

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los con­vidados, pero no quisieron ir (Mt 22, 3).
Jesús, la vez pasada me regañó mi mamá porque me tardaba mucho en arreglarme y ya íbamos tarde. Me atrasé porque la verdad no quería ir. Era una fiesta de gente grande y no iba haber ningún amigo mío de mi edad. Le dije a mi mamá que iba a estar aburrido porque no conocía a nadie. Me explicó que me aburriría si sólo estaba pensando en mí y no me interesaba por los demás, aunque no los conociera. Imagino que a los de la parábola les pasó igual, se perdieron el banquete del Rey quizá porque pensaron que iba a estar aburrido. Y pensar que muchas veces el Rey que invita eres tú, Jesús.
Que nunca salga de mi boca “¡qué aburrido!”
Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encon­tréis, convidadlos a la boda (Mt 22, 9).
Jesús, ahora voy entendiendo, la clave para no aburrirse está en pensar en los demás. ¿Y si no los conozco? Da igual, ya los conoceré. Si no, cómo voy a tener más amigos. Si no cambio, terminaré saliendo siem­pre con el mismo grupito, y a la hora de hacer apostolado, van a ser contaditos con los dedos de las manos las personas a las que podré llevar a Dios.
Voy a dejarme de timideces egoístas y voy a conocer más gente.

Propósito: Hacer un nuevo amigo

miércoles, 17 de agosto de 2016

Cuidar los estudios

Vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. (Mt 19, 3-4).
Jesús, a mí también me gustaría trabajar en tu viña. No soy muy diestro con las herramientas de campo porque soy de ciudad. He crecido entre humo de buses y asfalto. Pero si me enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé que quizá al escuchar estos deseos míos me digas, mi viña también es tu colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres trabajar conmigo?, este es tu encargo: haz tus deberes, cumple con tu encargo, ordena tu cuarto. Jesús, y si hago todo eso, ¿me pagarás, como a los trabajadores de la parábola? Se me viene a la cabeza una partecita del Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida eterna”
Si la viña del Señor fuera mi colegio, seguro que las uvas tendrían que ser mis notas. Voy a trabajar bien esta viña.
Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió decirles eso a mis papás después de enseñarles una mala nota. Me habían dicho que como siguiera así, iba terminar de último en la clase. Jesús, bien se ve que tú muchas veces me hablas a través de mis papás. Me contestaron: por eso mismo, como los últimos serán los primeros, menos videojuegos y a estudiar.
Ser de los primeros aunque antes haya sido “último”.

Propósito: Estudiar. Así de sencillo, sin más teorías.

martes, 16 de agosto de 2016

Darlo todo

Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos (Mt 19, 25).
Hace unos días vi a mi abuelita cosiendo. Me pidió que le enhebrara la aguja porque era tarde y ya no veía muy bien. No pude. Al final lo termi­nó haciendo ella. Ahora pienso, ¡y un camello! Ni mi abuela. No quiero ser de esos “ricos” cara-de-camello de los que habla el Evangelio, Jesús. Y aunque no tengo muchas propiedades a mi nombre, sí que llamo a muchas cosas “mías” y hay de aquel que me las agarre.
¿No podría ser más generoso y prestar mis cosas con más facilidad?
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o ma­dre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mt 19, 29).
Si a veces me cuesta tanto prestar las cosas, Jesús, ¿qué pasaría si tú me lo pidieras todo? Me mareo sólo de pensarlo. Tener que dejar el iPod, el carro, la bici, la tele, la laptop, mi camiseta del Madrid (sí soy del Madrid y ¿qué?), y un largo etc. Un día le comencé a preguntar a un sacerdote si podía él ir al cine, si podía ir a bailar a fiestas, si podía ir a… Me paró, y me preguntó: ¿por qué te aflige tanto lo que se deja por Jesús? Piensa más en lo que Él te da. “Cien veces más y la vida eterna”, ¿te parece poco a cambio de lo que dejas? No sabía que contestar.
Tengo que pensar más en lo que gano que en lo que dejo a la hora de seguir a Jesús.

Propósito: Prestar algo a alguien… o mejor aún, ¡regalar!

lunes, 15 de agosto de 2016

Asunción de la Virgen “Ha hecho en mí cosas grandes”

María exclamó: Glorifica mi alma al Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador (Lc 1, 46).
Hoy celebramos que María llegó al cielo, y como el Evangelio sólo nos narra la vida terrena tuya, Jesús, no se nos cuenta ese gran día. Oímos en Misa el encuentro de María y su prima Santa Isabel. Tú, Señor, no lo viste, porque ibas en el seno purísimo de tu Madre. Pero si ese día fue alegre, infinitamente más lo fue el día que la recibiste en el Cielo, con su cuerpo y con su alma. ¡Cómo ibas a permitir que, al acabar su vida enterraran su cuerpo, el cuerpo que te había llevado! Por eso te alegra tanto que queramos a la Virgen y que tengamos alguna imagen que nos recuerde de Ella, y que quememos cohetes…
Lo que más alegra a Jesús es que tengamos el alma como la tiene María, es decir limpísima. ¿Estoy bien confesado?
Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo. (…) Derribó a los poderosos de su trono y ensalzó a los humildes (Lc 1, 49.52).
Madre de Jesús y Madre nuestra, tú eres la más humilde y por eso Dios te escogió y te llevó a lo más alto del Cielo. Allí estás esperándonos. ¡Qué mala es la soberbia! Lo que pasa es que tantas veces no me doy cuenta de que tengo un “ego” inmenso, y pienso que todo lo hago bien, que soy yo el que siempre lleva la razón.
Dile a la Virgen que te enseñe a ser humilde.

Propósito: Alma limpia y humilde. Y llevarle una flor a la Virgen.

domingo, 14 de agosto de 2016

¡Qué arda todo!

Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer luego a la tierra ¡y cuánto desearía que estuviera ardiendo!”(Lc 12, 49).
Ese fuego, es el fuego de tu amor. Quisieras que el amor que le tienes a tu Padre, y que tu Padre te tiene, estuvieran en los corazones de muchas personas. Quieres hacernos arder. Necesitamos ese fuego. Pero nuestro corazón está frío, helado. A veces se dice que el corazón se derrite de amor por alguien, pero no es verdad. Es más de lo mismo: egoísmo. Pero ayer descubrí una cosa: el microondas traía una opción para des­congelar. Lo probé. Metí una carne que estaba tiesísima de puro frío, y salió como carne fresca. Si eso hace un aparado, ¡qué no eres capaz de hacer tú!
Deja que Jesús te queme el corazón en la oración y la Misa de hoy.
No he venido a traer la paz, sino la división (Lc 12, 51).
Ayer, vino a jugar con nosotros un niño de los que se juntan en el parque de arriba. Lo conozco porque lo veo los domingos en Misa. Le pregun­tamos por qué no se había juntado con sus amigos de arriba. Dijo que ya no le hablaban. Resulta que esos niños, hacían muchos chistes de doble sentido, y les dijo que eso no estaba bien. No todos lo tomaron bien, incluso uno lo amenazó. Así que por eso ya no se junta con ellos. La escena era absurda: había perdido sus amigos de arriba, pero estaba contento de haberse mantenido fiel a sus principios. Los del parque de abajo tenemos ahora un nuevo jugador.
¿Soy valiente y doy la cara por Dios?

Propósito: Usar el microondas de la oración.

sábado, 13 de agosto de 2016

Oasis

Entonces le presentaron unos niños, para que les impusiera las manos y orase… (Mt 19, 13).
Tan atrayente es tu persona, Jesús, que las mamás querían que les impu­sieras las manos y les dieras una bendición a sus niños. Me ha contado el sacerdote del colegio que el Papa Benedicto escribió que los que se encuentran junto a Ti son como un oasis, un lugar donde hay agua y des­canso en medio del desierto de este mundo. Y es que los buenos atraen y los malos repelen. Yo quiero estar muy cerca de Ti y atraer muchas almas que luego te amen. ¡Qué envidia, Jesús, me dan estos güiros! Aunque, pensándolo bien, más cerca que en la Comunión, imposible. Ayúdame a ser fuerte para no apartarme de Tí.
Habla con Jesús sobre cómo puedes unirte más a Él.
Y después de imponerles las manos, se marchó de allí (Mt 19, 15).
Jesús, lo que te interesa es unir a la gente con Dios Padre. Una vez que les impones las manos y rezas por ellos, sigues adelante en tu camino. Lo que quieres es que amen a Dios Padre como le amas Tú. Y yo, como te lo he contado tantas veces, cada vez que hago algo bueno quiero reconocimiento y agradecimiento. Me pongo hasta inflado de orgullo y placer de saber que he hecho algo bueno. Jesús, quiero ser un oasis para los demás, pero por puro amor a Ti.
¿Qué puedo hacer para unir a los demás con Dios? HOY.

Propósito: Ser un oasis o al menos un pozo de agua fresca…

viernes, 12 de agosto de 2016

Cabeza dura

Él les respondió: Moisés os permitió repudiar a vuestras muje­res a causa de la dureza de vuestro corazón; pero al principio no fue así (Mt 19, 8).
Esos fariseos eran unos necios. Pero yo no soy quien para criticarlos. A mi, Jesús, cuando se me atraviesa algo entre ceja y ceja me pongo como disco rayado: quiero ir a Mc, quiero ir a Mc, quiero ir a Mc… Hasta que terminamos yendo. Por eso dice mi mamá que si alguna vez me peleo, que use la cabeza, no para pensar, si para repartir cabezazos porque es lo más duro que tengo. Yo no quiero ser un necio contigo Jesús y volverme duro de corazón. Quiero saber escucharte en la oración, en los consejos de la confesión y especialmente al momento de comulgar
¿En qué tipo de situaciones te pones necio?
Quien sea capaz de entender, que entienda (Mt 19, 12).
Más claro, sólo el agua embotellada. Jesús, entiendo que si uno lucha por no ser necio, acaba comprendiéndote. Por eso el refrán: no hay peor sordo que el que no quiere oír. Jesús, te lo vuelvo a pedir, que no me haga el sordo con lo que me vas pidiendo en la oración. Y que sepa preguntar aquello que no entiendo, que no sea como el avestruz, que cuentan que cuando ve un peligro esconde la cabeza en un hoyo en la tierra. Que aprenda a volar en tu Amor y le enseñe a otros a volar.
Platícale a Jesús si te estás haciendo el sordo con alguna cosa.

Propósito: Lavarme bien las orejas para oír a Dios.

jueves, 11 de agosto de 2016

Telenovelas

Entonces, acercándose Pedro, le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Pedro pregunta esto no de manera teórica. Lo más seguro es que se había enojado con alguno. Como te he contado antes, Jesús, muchas veces perdono sólo de los dientes para afuera. Porque después ando dando vueltas al pleito, me imagino lo que pude haber contestado, lo que le diría si se me vuelve acercar, la carita que le pondría si me pide perdón, etc. En fin, que digo que perdono pero no olvido y luego pro­duzco y dirijo una telenovela digna de ser emitida a una gran audiencia. Jesús, dame un corazón limpio que sepa amar y perdonar.
¿Guardas rencor contra alguien? Cuéntaselo a Jesús.
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti? (Mt 18, 33).
Jesús, he estado haciendo números: si me confieso al menos una vez por semana, al año son 52 veces que me perdonas de las mismas ba­rrabasadas. ¡Eso es un montón! Y lo que me sorprende es que ni Tú ni el sacerdote parecen cansarse de perdonar. Quiero agradecerte la confe­sión y llevarte a muchos amigos para que no andemos de protagonistas de telenovelas. Y que nunca falten sacerdotes con tiempo para perdo­nar como Tú hacías en Galilea.
Prepara muy bien tu próxima confesión.

Propósito: No ser ni actor ni productor de telenovelas.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Buenos frutos

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no mue­re al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24).
Para dar fruto, Jesús, hay que morir. Estas palabras son muy fuertes y dan un poco de miedo. ¿Qué sentirá la semilla cuando la entierran? A lo mejor tiene miedo al principio, pero luego cuando ve cómo le salen los brotes, un ramita asoma por encima de la tierra, se ha de poner feliz. No digamos cuando ve que de ser un granito enterrado pasa a ser un puñado de espigas llenas de granos. No podría yo enterrar mi tiempo de videojuego o de tele para que d é fruto de servicio en la casa.
¿Qué más cosas podrías ofrecer a Jesús para que dé fruto?
Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor (Jn 12, 26).
Esto es bonito, Jesús. Prometes que estarás con aquel que te sirva. Yo quiero servirte y dar buenos frutos. San Josemaría escribió en Camino: “Acostúmbrate a decir que no”, y me doy cuenta que se refiere a de­cir no a la comodidad y a la soberbia para dar buenos frutos. Porque para que haya fruto es necesario esfuerzo: arar, sembrar, regar… Y a mi muchas veces se me viene la tentación de pensar para qué me voy a complicar la vida si, total, nadie vive más que para su propio interés.
¿Qué buenos frutos puedo dar hoy, en esta semana?

Propósito: Fructificar ayudando en la casa

martes, 9 de agosto de 2016

Niño

En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le pre­guntaron: ¿Quién juzgas que es el mayor en el Reino de los Cielos? Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 1-3).
Vuelve, Jesús, a salir esto de saber confiar en Tí. A los apóstoles les dices que para llegar al cielo hay que ser como un niño: amar confiadamente como un niño, obedecer como un niño, preguntar lo que no se sabe como un niño y pedir ayuda como un niño. Y para hacer todas estas co­sas como un niño se necesita fortaleza: ser fuerte para pedir con perse­verancia, fuerte para amar, fuerte para hacer caso y obedecer, y fuerte para quedar mal y pedir ayuda. Ay, Jesús, y yo que soy gelatina.
Sigue por tu cuenta sacando conclusiones de lo que significa ser como un niño.
Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños (Mt 18, 14).
Una vez, Jesús, escuché esta frase: Dios está empeñado en ayudarnos, pero nosotros tenemos que dejar ayudarnos. Y a mi me parece que no me dejo ayudar como cuando dejo tirado mi rato de oración, cuando retraso una confesión o me hago el loco para ir a Misa cuando bien puedo ir. Jesús, ayúdame aunque yo no me deje mucho ayudar.
Cuéntale sobre otras maneras que tienes para NO dejarte ayudar.

Propósito: Dejarme ayudar.

lunes, 8 de agosto de 2016

Tristeza

Cuando estaban en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres, que lo matarán, pero al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-23).
Los apóstoles se ponen tristes porque no pueden entender que para sal­varnos tienes, Jesús, que entregar tu vida. La tristeza es porque te quieren mucho. Pero hay otros tipos de tristezas, como la que viene después de un pecado grave. Jesús, yo no quiero perderte y andar metido en tristezas, quiero ser fuerte para amarte y apartarme de las ocasiones de pecado. Quiero estar alegre, con la alegría del que es fuerte al momen­to de luchar.
Cuéntale a Jesús tus tristezas. Te consolará.
Llegados a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los recaudadores del tributo y le dijeron: ¿No va a pagar vuestro Maestro la didracma? (Mt 17, 24).
Jesús, aquellos cobradores no perdonan ni una. Te pasas el día haciendo el bien: curando enfermos, expulsando demonios, enseñándole a la gente a que se comporte correctamente, etc. Y encima de todo al no más verte se te lanzan a cobrar los impuestos. Y lo sorprendente es que pagas inmediatamente. Jesús, me parece que me dices con este pasaje que no busque ser excepción, que por muy bien que me esté portando, que cumpla con todas las obligaciones.
¿En qué casos busco ser la excepción?

Propósito: Siempre alegre.

domingo, 7 de agosto de 2016

El microondas

¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. (Lc 12, 42-43).
Hace unos meses, a los vecinos los visitó la policía. Más que a los veci­nos, fue a la hija. A la señorita no se le ocurrió mejor idea que montar una fiesta aprovechando que sus papás estaban de viaje. Es una buena persona, pero se ve que la fiestecita o reunión se le fue de las manos. “Cuando no está el gato, los ratones hacen fiesta”, dijo mi mamá. Quizá los papás puedan irse, o la policía no llegar, pero tú nunca te separas de nuestro lado. Jesús, no permitas que me olvide de esto, que siempre sea consciente de tu presencia.
¿Ya pensaste algo para tener más “presencia de Jesús”?
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá (Lc 12, 28).
A tu lado nadie es menospreciado. A todos se les exige, siempre según sus capacidades, pero se les exige. Jesús, me suelo quejar cuando ten­go un profesor exigente o un entrenador exigente. A veces hasta se me sale un “¡Qué se cree ese…!” Me da miedo que, en un arrebato de esos, me entre también por decírtelo a ti. Necesito que me exijan. Necesito que me animen a dar más. ¡Ay de mí si no me exigieran, incluso los domingos!
Hoy domingo, día de descanso ¿en qué me voy a exigir?

Propósito: exigirme y ayudar en la casa para que mis papás descansen.