lunes, 8 de agosto de 2016

Tristeza

Cuando estaban en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres, que lo matarán, pero al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-23).
Los apóstoles se ponen tristes porque no pueden entender que para sal­varnos tienes, Jesús, que entregar tu vida. La tristeza es porque te quieren mucho. Pero hay otros tipos de tristezas, como la que viene después de un pecado grave. Jesús, yo no quiero perderte y andar metido en tristezas, quiero ser fuerte para amarte y apartarme de las ocasiones de pecado. Quiero estar alegre, con la alegría del que es fuerte al momen­to de luchar.
Cuéntale a Jesús tus tristezas. Te consolará.
Llegados a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los recaudadores del tributo y le dijeron: ¿No va a pagar vuestro Maestro la didracma? (Mt 17, 24).
Jesús, aquellos cobradores no perdonan ni una. Te pasas el día haciendo el bien: curando enfermos, expulsando demonios, enseñándole a la gente a que se comporte correctamente, etc. Y encima de todo al no más verte se te lanzan a cobrar los impuestos. Y lo sorprendente es que pagas inmediatamente. Jesús, me parece que me dices con este pasaje que no busque ser excepción, que por muy bien que me esté portando, que cumpla con todas las obligaciones.
¿En qué casos busco ser la excepción?

Propósito: Siempre alegre.