miércoles, 24 de agosto de 2016

Orden exterior fruto del orden interior

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena aparien­cia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre (Mt 23, 27).
Aparentar, quedar bien, proyectar una buena imagen, y un sinfín de co­sas más me dijo el peluquero para consolarme porque por fin mi mamá consiguió que me cortaran las greñas que andaba. Pero no es por eso, insistió mi mamá, es por orden y limpieza. Entonces entendí, que es bue­no que mi porte exterior refleje la paz que se supone hay en mi alma. A la larga, la belleza que importa, y que perdura –habría añadido mi abuela-, es la de adentro.
Voy a poner más atención en que mis cosas reflejen que soy una persona que procura hablar frecuentemente con Jesús.
Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Mt 23, 28).
Ayer, Jesús, después de confesarme, me quedé un ratito pensando en las cosas de las que te había pedido perdón. No es gran cosa, pensé; hasta para pecar soy mediocre. Pero después me di cuenta que me estaba comenzando a creer santito. Quizá no había en mi alma grandes crímenes, pero sí un montón de pequeñas faltas que a ti te duelen y de las que ahora mismo te vuelvo a pedir perdón.
Me voy a esforzar por no parecer sólo bien portado sino también serlo de verdad, desde dentro.

Propósito: ordenar mi closet.