sábado, 20 de agosto de 2016

El goleador humilde

El primero entre vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la pelota en los partidos. No la paso porque siento que los otros van a echar a perder el gol. Me voy solo, disparo con todas mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente, como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé? Tú lo sabes Jesús, fue por egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento perso­nal. Ya sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
Saber servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siem­pre falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado, pero no se pone creído. Es malo jugando, lo sabe y por eso se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en consecuencia y ser feliz.
Dejar jugar a todos y aprender.

Propósito: Más pases, más goles, menos egoísmo.