martes, 9 de agosto de 2016

Niño

En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le pre­guntaron: ¿Quién juzgas que es el mayor en el Reino de los Cielos? Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 1-3).
Vuelve, Jesús, a salir esto de saber confiar en Tí. A los apóstoles les dices que para llegar al cielo hay que ser como un niño: amar confiadamente como un niño, obedecer como un niño, preguntar lo que no se sabe como un niño y pedir ayuda como un niño. Y para hacer todas estas co­sas como un niño se necesita fortaleza: ser fuerte para pedir con perse­verancia, fuerte para amar, fuerte para hacer caso y obedecer, y fuerte para quedar mal y pedir ayuda. Ay, Jesús, y yo que soy gelatina.
Sigue por tu cuenta sacando conclusiones de lo que significa ser como un niño.
Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños (Mt 18, 14).
Una vez, Jesús, escuché esta frase: Dios está empeñado en ayudarnos, pero nosotros tenemos que dejar ayudarnos. Y a mi me parece que no me dejo ayudar como cuando dejo tirado mi rato de oración, cuando retraso una confesión o me hago el loco para ir a Misa cuando bien puedo ir. Jesús, ayúdame aunque yo no me deje mucho ayudar.
Cuéntale sobre otras maneras que tienes para NO dejarte ayudar.

Propósito: Dejarme ayudar.