miércoles, 14 de septiembre de 2016

Exaltación de la Santa Cruz

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3, 16).
Jesús, hoy se recuerda tu sacrificio en la Cruz. El Papa Francisco en Cracovia nos decía a los jóvenes: “Abrazando el madero de la cruz, Jesús abrazó la desnudez y el hambre, la sed y la soledad, el dolor y la muerte de los hombres y mujeres de todos los tiempos”. Gracias, Jesús, porque has querido cargar con nuestros pecados y sufrir voluntariamen­te la muerte en Cruz. Quiero ser generoso como Tú y pensar en el bien de los demás. Que no sea un miedoso que huye del sacrificio y de lo que cuesta.
Ahora piensa en los sacrificios que puedes hacer para ser cada días más parecido a Jesús.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3, 17).
Jesús, en una ocasión me dijeron que si un hombre era sacrificado y exigente consigo mismo entonces era muy comprensivo y cariñoso con los demás. Y la razón es porque se va pareciendo a Ti, que has venido a este mundo no para condenarlo, sino para salvar a todos por medio del sacrificio de la Cruz. A mí me falta bastante exigencia personal y por eso soy frío o malo con los demás. ¡Que me decida a ser sacrificado en el estudio y el trato con los demás!
Concreta pequeños sacrificios para vivir a diario.

Propósito: Levantar la Cruz de Jesús en mi vida.