Los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos
(Lc 9, 2).
Yo
Jesús ni soy uno de los doce Apóstoles ni tampoco soy médico, pero soy
cristiano. “Cristiano es mi nombre, Católico mi apellido” decía S. Agustín hace
muchos siglos. Un día en Reli nos explicaron que las últimas palabra de la Misa
en latín son “ite, missa est” que significa “salgan, su misión es ahora”. Tú me
sigues enviando a predicar y a sanar a quien me rodea, a predicar con mi ejemplo,
a sanar con mi sonrisa… Tú te quedas en el Sagrario, pero tu Gracia me acompaña
para hacer felices a los demás… ¡Jesús, que me llene de amor a Ti y a los demás
en cada Misa, en cada Comunión, y cuando voy a visitarte!
Dile a Jesús que te mande en una misión SWAT.
Y les dijo: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni
alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas (Lc 9, 3).
¡Cuánto
miedo, Jesús! Veo claro que soy de tu SWAT, pero me da miedo, cuando quiero
ayudar a un amigo, hablarle de que no friegue a sus hermanos, que no es más
macho por ser más patán…, entonces me da vergüenza. Me has visto, Jesús,
haciendo pruebas en el espejo de lo que le voy a decir, o inventando primero
jugar Fifa- 2016, para luego –medio engañado– llevármelo a Misa… Tú me dices
que no necesito nada, ni bastón, ni plata… y es que teniéndote a Ti, lo demás
se arregla.
Cuenta tus miedos y tus “estrategias” a Jesús.
Propósito: Lanzarme en el apostolado.