domingo, 11 de septiembre de 2016

Se buscan ovejas

Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: “Este reci­be a los pecadores y come con ellos” (Lc 15, 2)
Los fariseos pasaron a la historia como hipócritas. Quizá no todos eran así, pero el hecho es que si te dicen que sos “fariseo” es porque no sos sincero, porque sos hipócrita. Un hipócrita es una persona que a veces es de una forma y otras de otra. Como quien lleva una camisa reversible que dependiendo dónde está o con quién está, es de un equipo o de otro. Por eso es que los fariseos no se alegran de que Jesús haga el bien. Les parece que para parecer bueno, no hay que preocuparse de los que no están bien.
¿No te pasará a ti que te alejas de tus amigos “malos” en lugar de buscar que cambien? Al fin y al cabo, ¿son tus amigos, no?
“Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se perdió, hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, se la car­ga sobre los hombros, lleno de alegría; y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido!” (Lc 15, 4-6)
Y cuando a uno le ha tocado dar la cara, por Jesús, y se ha envalento­nado, y le ha dicho a un amigo que no está bien el estilo de vida que lleva; entonces, ¡qué gran alegría da en el corazón!
¿Cuándo fue la última vez que te alegraste porque un amigo tuyo se confesó ayudado de tu oración y tu sacrificio?

Propósito: salvar ovejas.