lunes, 31 de julio de 2017

Pequeñas grandes cosas

Sucede con el Reino de los cielos lo mismo que con un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace como un árbol, hasta el punto que los pájaros del cielo pueden anidar en sus ramas (Mt 13, 31-32).
Dicen que el camino al infierno está empedrado con “buenas inten­ciones”; y el que va al cielo, también, pero buenas intenciones que ter­minaron en buenas obras. Una buena intención es algo chiquito, pero cuando termina en una buena obra se convierte en algo grande. Una ayudadita para resolver una duda de mate puede terminar en una bue­na nota en un examen y eso, después, en pasar de grado.
¿Cuántas de tus buenas intenciones han terminado en obras?
Jesús expuso todas estas cosas por medio de parábolas a la gente, y nada les decía sin utilizar parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta: “Hablaré por medio de parábolas, publicaré lo que estaba oculto desde la crea­ción del mundo (Mt 13, 34-35).
Jesús, nos tratas con tanto cariño. Tienes cosas tan grandes e importan­tes que comunicarnos, y lo haces de manera que podamos entenderte. Esas pequeñas historias explican cosas profundísimas. Poner atención a algo pequeño ayuda en lo grande. Una pequeña historia puede ayudar a llevar a cabo la gran historia de la propia vida.
Pídele a Jesús no despreciar lo sencillo.

Propósito: terminar lo que te habías propuesto para hoy.

domingo, 30 de julio de 2017

La Perla

El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un cam­po: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. (Mt 13, 44).
Escucho estas palabras, Jesús, y me doy cuenta de que a veces, en vez de venderlo todo para comprar el campo, ando viendo quién me compra el campo. Ando viendo cómo me zafo de las tareas, cómo como en clase sin que me cachen, cómo duermo en el aula sin que el profesor se dé cuenta, y así un sinfín de cosas más. No me veo que soy un privilegiado por tener educación.
Piénsalo un momento, el estudio es un gran tesoro.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra. (Mt 13, 45).
¿Y yo cómo podría vivir esto que me planteas en el Evangelio, Jesús? ¿Cuál es esa perla valiosa que debo cuidar tanto? Lo único que sé de joyas es que mi mamá las suele usar para verse linda en las reuniones. Eso me hace pensar en mi familia. Hay muchas perlas de gran valor, pienso que una de ellas es mi casa: mi papá, mi mamá, mis hermanos. Pierdo mi perla cuando me encierro jugando videojuegos, cuando me salgo a la calle y no regreso sino hasta muy tarde. La pierdo cuando en vez de comer con todos, como viendo la tele en la sala.
Piensa qué más cosas haces en las que pierdes la Perla.

Propósito: comer siempre que sea posible con algún miembro de mi familia

sábado, 29 de julio de 2017

¡Viva Marta!

En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa. Dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi herma­no (Jn 11, 20-21).
¡Esta Marta es una mujer de fe! Te tiene tanta confianza y cariño que es­pera que arregles las cosas; no sabe cómo lo harás, pero lo espera. Si yo hubiera estado ahí, me hubiera puesto nervioso o te estaría reclamando que por qué no habías venido antes de que muriera Lázaro. Jesús, que cuando no entienda alguna cosa que pasa no me ponga a reclamarte, alegarte o echarte la culpa. Además, muchas veces, me pasa lo que me pasa porque me lo gano a pura fuerza, y encima te echo las culpas.
Dile a Jesús que te aumente la fe.
Y dicho esto fue y llamó a su hermana María diciéndole en voz baja: El Maestro está aquí y te llama (Jn 11, 28).
Jesús, esta Marta me encanta. ¡Qué mujer! Es activa, no sabe estar de brazos cruzados, rápida para hacer cosas, pero sobre todo Te tiene con­fianza y Te lleva a otros. Con gran delicadeza saca a su hermana María de su luto para que te vaya a buscar. ¡Yo quiero ser Marta! Pero que no sea del diente al labio, porque como dice otro refrán de mi abuelo “del dicho al hecho queda mucho trecho”.
Piensa por tu cuenta “cómo martear” entre tus familiares, amigos y compañeros.

Propósito: ser Marta para los demás.

viernes, 28 de julio de 2017

Tierra buena

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la pa­labra, sucumbe (Mt 13, 20-21).
Jesús, la siembra en terreno pedregoso me suena como a querer sem­brar en el escritorio de mi cuarto. Te explico. La semilla no pegaría por­que se encontraría con el libro que tenía que leer y nunca abrí, varios lápices medio mordidos, mi celular, mi iPod, el teclado de la compu, unas galletas a medio comer, basura del sacapuntas… en resumen, en lo que me distraigo en vez de estar trabajando. Esas son las piedras de mi pereza.
¿Dónde más tengo piedras: en el corazón, en la inteligencia?
Lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, sesenta; y otros, el treinta (Mt 13, 23).
Puestos a sacar buena nota, apuntémosle al cien. Quiero estar en el cuadro de honor de la asignatura del amor a Dios. Esa también se da en vacaciones -y no es para los que reprobaron-en los fines de semana, y en días normales de trabajo. Jesús, ayúdame a ser tierra buena y dar mucho fruto, fruto de santidad y fruto de apostolado.
Pregúntale a Jesús cómo llevas la asignatura del amor a Dios, si la estás pasando o vas aplazado.

Propósito: apuntarle al cien en el orden de mi cuarto

jueves, 27 de julio de 2017

WhatsApp… family?

WhatsApp… family?
“¿Porqué les hablas por medio de parábolas?” Jesús les res­pondió: …porque aunque miran no ven, y aunque oyen no escuchan ni entienden (Mt 13, 10.13).
Un día, estaba mandando mensajitos cuando mi papá me arrebató el teléfono. “¡Me vas a poner atención de una vez por todas o no!”, me dijo. La verdad no sabía de qué me hablaba. Estaba en otro mundo. “Quizá hay que llevarlo a que le vean los oídos”, dijo mi mamá saliendo en mi defensa. “No está sordo de los oídos sino de los ojos”, repuso mi papá. Como vio que ni mi mamá ni yo entendimos, añadió “por tener los ojos en el teléfono es que no oye”. Ahora si ya iba entendiendo. El asunto es que se parece a lo que les pasaba a muchos cuando oían a Jesús. Estaban “chateando” en su egoísmo y por eso ni con las pará­bolas atendían.
Intenta no chatear cuando estés compartiendo con tu familia.
Dichosos ustedes por lo que ven sus ojos y por lo que oyen sus oídos; porque les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron (Mt 13, 16-17).
Un día se cayó el WhatsApp. Durante una hora no se podía mandar mensajes. Decía un tweet muy gracioso: en ese momento descubrí que tenía al lado unas personas muy simpáticas que decían ser mi familia. ¿No me estaré perdiendo el tesoro de mi familia por hablar… tonteras?
Y si buscas hablar los mismos temas del chat con los de tu casa...

Propósito: no irme a comer con el cel

miércoles, 26 de julio de 2017

Herodes

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró dar­le lo que pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: “Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”(Mt 14, 6-8).
¡Qué mujer más…! Será posible que tanto la haya cegado su vanidad. “Es que bailo tan bien”, habrá dicho mientras se veía la punta de las uñas. Creo que ni cuenta se dio de lo que estaba pidiendo: la cabeza de alguien. Sólo pensarlo ya me estoy mareando. Jesús, qué terrible es el amor propio y que grandes errores puede uno llegar a cometer.
Dile a Jesús que te haga humilde.
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y man­dó degollar a Juan en la cárcel. (Mt 13, 9-10).
Herodes, no aguantó la presión del grupo. Decía que era amigo de Juan, y lo mandó decapitar. Prefirió quedar bien y perder un verdadero amigo. Hasta dónde llega uno por vanidad. A mí, ábreme bien los ojos, Jesús, para no engañarme y creerme la “gran babosada”. Te pido como el cieguito del evangelio “¡qué vea!”, que vea quién soy, para nunca hacer traición, ni ceder a la presión de grupo.
Ser original. Ser tú mismo. Ser hijo de Dios.

Propósito: pedir siempre la humildad.

martes, 25 de julio de 2017

Santiago Apóstol

“¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos” (Mt 20, 22).
Siempre me ha gustado la respuesta de los hijos de Zebedeo. Su mamá te ha pedido que se siente uno a tu derecha y el otro a tu izquierda cuando estés en tu Reino. Con razón les entró envidia a los otros apósto­les. A mí también me gustaría estar a tu lado en el Cielo. Ya sé que me vas a hacer la misma pregunta ¿y estarías dispuesto a…? Te miro a los ojos, Jesús, y pienso: cómo no habría de estarlo si pase lo que pase Tú siempre vas a continuar a mi lado. ¡Por supuesto que estaría dispuesto a beber tu cáliz!
Me haré un bebedor empedernido, pero de la copa que bebe Jesús.
El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo (Mt 20, 26-27).
Ya me hacía yo bebiendo tu cáliz y sentado tranquilamente a tu lado en el Cielo. Pero no, de estar sentado nada. Para sentarse no hace fal­ta valentía. Para servir, en cambio, hay que andar sin cuentos. Un día alguien me dijo que en el fondo muchos son comodones por miedo. Miedo porque son tan torpes que al servir lo terminan botando todo. Miedo a que les digan “¿es que no tienes dinero para que alguien te haga las cosas?”, miedo a tener que esforzarme, miedo a tener que entregarme y ser apóstol.
Cuéntale a Jesús tus miedos a entregarte.

Propósito: como con la obediencia, servir a la primera

lunes, 24 de julio de 2017

“Maestro, queremos ver de Ti una señal”

Esta generación malvada y adúltera pretende una señal, pero no se le dará otra señal que la del profeta Jonás (Mt 12, 39).
Jesús, ¡cuánto me quieres! Has muerto por mí, te has quedado como alimento en la Eucaristía, me has entregado a tu Madre para que tam­bién me cuide como lo hizo contigo. Y a veces todavía dudo de Ti y exijo milagritos para creer en Ti y seguirte. Exijo milagros que más bien son ca­prichos de niño malcriado, cuando tengo el milagro de que resucitaste después de tres días muerto. Como muerto se cría ya Jonás, tres días en la panza de la ballena que lo arrojó surfeando sobre la playa y dando un susto de muerte a los bañistas.
Pide… pero no una señal, sino ver las señales que Dios te da.
La reina del Mediodía se levantará contra esta generación (…) porque vino de los confines de la tierra para oír la sabidu­ría de Salomón, y ved que aquí hay algo más que Salomón” (Mt 12, 42).
¿Cuánta gente hay que nunca ha oído hablar de Dios? ¿Cuánta gente que no tiene posibilidad de confesarse, de ir a Misa, de comulgar con la frecuencia con que yo lo puedo hacer? Señor, ¡tan fácil que resulta para mí acercarme a Ti! Y a pesar de eso, a veces, ¡cuánto me quejo! Y peor aún… , a veces no aprovecho lo suficiente esa oportunidad que Tú me das de estar, hasta físicamente, cerca de Ti. Pero es que los hom­bres somos así, no valoramos el aire, hasta que nos estamos ahogando como Jonás.
Dale gracias al Señor por conocerlo desde hace tanto y porque puedes buscarlo siempre en el Sagrario.

Propósito: buscar sagrarios camino del colegio.

domingo, 23 de julio de 2017

La mala hierba al final sí se muere

Mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó (Mt 13, 25).
Es que como vea quién fue el que echó la cizaña, le doy duro. Pero, ¿y por qué tan creído? ¿Y qué tal si la cizaña soy yo? La cizaña se chupa los nutrientes del trigo. Ni come, ni deja comer. ¿No seré un poco cizañín cuando no hago nada para que mis amigos también se hagan amigos tuyos, Jesús? En la época de la parábola no existían los químicos contra las malas hierbas, sino la cizaña se hubiera ido feo. Un herbicida necesi­to yo, pero de gracia de Dios. Pero tus herbicidas, Jesús, no matan sino transforman. Convierten lo malo en bueno.
Necesito urgentemente un herbicida: la Confesión y la Comunión.
Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero (Mt 13, 30).
Ya se ve que siempre entre los hierba mala hay gente buena. Es cuestión de tener paciencia. Pero de entrada, lo mejor es no juzgar. Con el paso del tiempo resulta que el más molestón de la clase al cabo de veinte años termina siendo el padre que dice la Misa del domingo en la parro­quia de la esquina. Mientras tanto, con los “hierba mala”, a rezar por ellos para que se conviertan. Jesús, que sea apostólico.
¿Soy yo hierba mala?

Propósito: usar el herbicida de la oración a diario.

sábado, 22 de julio de 2017

Santa María Magdalena

Ellos dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les respondió: Se han lle­vado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (Jn 20, 13).
Hoy se celebra a María Magdalena y me la imagino, como otras ve­ces, llorando. Esta vez, Jesús, no llora por sus pecados, sino porque no encuentra tu cuerpo muerto. ¡Cómo lo iba a encontrar si Tú, Jesús, ha­bías resucitado! Pero la verdad es que me da envidia; cierto que una vez, antes de confesarme, lloré por mis pecados, por haberte ofendido tanto… quisiera que me des de verdad el “don de lágrimas”, llorar por lo importante y no como mi prima que tiene –dice papá– “lágrimas de cocodrilo viudo”, hace berrinche por cualquier capricho…
¿Por qué lloró yo, Jesús?
¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas (Jn 20, 18).
La Magdalena siguió llorando, pero de alegría, porque vio al Resucitado y habló con Él. Eso pasa siempre, Jesús, cuando resucitas en mi alma, después de un pecado gordo, y a veces estoy tan lloroso –o tan peno­so– que no me entero de lo que me dices usando la voz del Sacerdote: la Penitencia y un consejo para quererte más. Otras veces no me entero de la pura alegría del perdón, o porque me suena el celular… la cues­tión, Jesús, es que se me olvida la penitencia… y me preocupo y me pongo yo mismo mis penitencias… a ver si así acierto, porque ya me voy conociendo las penitencias que me suelen dejar. Pero, Jesús, quiero poner más cuidado y a grabar en mi alma las cosas que me dices en la Confesión.
Planea con Jesús cómo vivir los consejos de la última confesión.

Propósito: llorar de amor… y de dolor.

viernes, 21 de julio de 2017

Aprender a querer

En aquel tiempo pasaba Jesús en sábado por medio de unos sembrados; sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar unas espigas y a comer. Los fariseos, al verlo, le di­jeron: Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado (Mt 12, 1-2).
Jesús, me gusta este pasaje del Evangelio ya que tus discípulos son na­turales. No se preocupan de si los van a criticar, de si van a caer mal, etc.; como van caminando contigo lo único que les importa es oírte y seguirte. A mi, Jesús, muchas veces me detiene el miedo a qué van a pensar de mí, de si caigo bien o mal, de que si esto lo puedo hacer o no. Jesús, quiero aprender a amarte y seguirte, quiero aprender a ser naturalmente un enamorado de Ti.
Sigue por tu cuenta diciéndole a Jesús que te quieres enamorar de Él.
Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado (Mt 12, 8).
Jesús, les contestas a los que critican que Tú eres el Señor, que Tú eres Dios. Esto que es evidente se me olvida en el día a día. Y a veces no te trato como te lo mereces. Por eso me viene muy bien ese punto de Camino que escribió San Josemaría: Dios mío, te amo, pero... ¡enséñame a amar! (n. 423). Enséñame a tratarte bien, enséñame a ser delicado y cariñoso.
Pídele a la Virgen que te enseñe a amar a Jesús.

Propósito: aprender.

jueves, 20 de julio de 2017

Lo que de verdad cura todo

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré (Mt 11, 28).
Algo muy habitual. Se sube un vendedor a un bus ofreciendo una poma­da que sirve para todo. Algo cura, pero todo no. Muchas veces yo me siento agotado, agobiado, pero no me refiero al cansancio físico, como el dolor de piernas de pues de correr mucho, sino cuando uno anda abatido por algo que hizo mal o que no entiende en su vida. Porqué lo pequeño no podemos hacer esto, o tener confiar cuando tu papá dice “cuando seas mayor lo entenderás”. Es, entonces, el momento de buscar a quién nos puede dar consuelo y reposo: Jesús
¿Te encuentras abatido? ¿Has probado contárselo a Jesús?
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt 11, 29-30).
Cuando uno hace la prueba de rezar, y sale lo que uno encomendaba, se siente contento. Cuando uno reza mucho y salen muchas cosas, se siente muy contento. Y así, llega un momento en que uno aprende qué cosas pedir y qué cosas no son tan importantes. Uno aprende a esperar o que quizá hay que rezar más. Pero hay algo mejor aún, uno entiende porqué cuando estás con Jesús, de verdad encuentras descanso para tu vida, y por qué su yugo es suave y su carga ligera.
¿Ya hiciste la prueba de rezar por algo? ¿Qué esperas?

Propósito: rezar, quizá comenzando por pedir por el Papa

miércoles, 19 de julio de 2017

Buscar el rostro de Cristo

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos. (Mt 11, 25).
Dicen que hay personas que no saben escuchar. Hablan y hablan, ex­plican sus teorías, dan opinión de todo, pero no oyen a los demás. A veces dicen cosas muy inteligentes, pero cuando dicen todo eso, co­menten un pequeño error: no cuentan con la posibilidad de que podrían equivocarse. Jesús, quiero aprender a escuchar. Estoy seguro que así, aprenderé mucho más.
¿Cuándo fue la última vez que únicamente escuchaste la opinión de los demás, sin estar queriendo que oigan la tuya?
Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre sólo lo conoce el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11, 26-27).
Jesús, nos enseñas a encontrarte en los demás. Si estamos atentos po­demos ver tu rostro en el prójimo. No sólo en los que parecen más nece­sitados, sino también en cada uno de los que nos rodea. Al final, todos somos necesitados de algo. Yo también necesito de los demás. Los ne­cesito porque servirles, ayudarles, escucharles, le da sentido a mi vida. Ellos son el porqué de mi existencia. Estoy en este mundo para amar, para servir a los demás.
Necesitas a los demás porque los demás te necesitan.

Propósito: prestar un servicio en la casa: poner la mesa, servir, algo así...

martes, 18 de julio de 2017

¡Gracias!

“¡Hay de ti, Corozaín! ¡Hay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en us­tedes, hace tiempo que, vestidas de penitencia y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido. Por eso les digo que el día del juicio será más tolerable para Tiro y Sidón que para ustedes. (Mt 11, 21-22).
Jesús, cuando te pones así me emociono. Me imagino a tu lado, con­templando esas ciudades y escuchándote hablar con fuerza. Escucho el eco de tu voz avanzando por las montañas de los alrededores. Así es­toy, hasta que caigo en la cuenta que a mí también podrías comenzar a enumerarme las bendiciones que me has dado para mostrarme tu amor, y yo, ni gracias te doy.
Piensa en los regalos que Dios te ha dado últimamente.
Y tú, Cafarnaún, ¿te elevarás hasta el cielo? ¡Hasta el abismo te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los mila­gros realizados en ti, hoy seguiría en pie. Por eso les digo que el día del juicio será más llevadero para Sodoma que para ti” (Mt 11, 23-24).
Y sigue la llamada de atención. Ya hice mi recuento. Me bastó ver a mi alrededor para descubrir la infinidad de cosas que me has dado: mi familia, mi colegio, mis útiles escolares, mi ropa, tener un techo donde vivir, comida en los tres tiempos, y un largo etcétera.
Ahora piensa también en que hay muchas cosas que has recibido y ni te has dado cuenta.

Propósito: decir muchas veces “gracias”.

lunes, 17 de julio de 2017

Campeón nacional lavando platos

A uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. (Mt 25, 15).
¿Qué he hecho con los talentos que me has dado, mi Jesús? No me refiero sólo a mi extraordinaria capacidad de usar los controles del Xbox, sino a los otros. La verdad es que soy un comodón y no me doy cuenta de todo lo que soy capaz de dar en servicio de los demás. Hace unos días me enojé conmigo mismo porque descubrí que se me daba muy bien lavar los platos, cortar la grama, dejar ordenada la sala, y en cam­bio (pero esto es sólo aquí entre tú y yo) soy un tieso con los videojuegos, un pato para jugar FIFA, si hasta juego en nivel amateur.
Pulir mi talento y ponerlo al servicio de los demás.
Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banque­te de tu señor (Mt 25, 21).
Así me imagino mi llegada al cielo. Me pongo de pie, y entre la alga­rabía de los presentes paso a recibir mi premio. “Nadie lavaba tan bien los platos”, dirá el ángel comentarista. “Y vaya si me costó convencerlo de que servir era lo suyo”, dirá mi custodio. Al final de la premiación ce­lestial, revisando los premios resultará que no habrá nada para expertos en Xbox, Nintendo, etc. Menos mal me cambié de categoría a tiempo, diré con una sonrisa.
Vamos a barrer con todos los premios de la categoría “servicios”.

Propósito: ofrecerme a lavar los platos

domingo, 16 de julio de 2017

¿Olvidó su contraseña?

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron al borde del camino (Mt 13, 19).
Muchos están en las clases de formación en colegios, clubs, grupos ju­veniles, etc., pero no todos responden igual a la semilla que siembras, Jesús. En mi caso, creo que la semilla a veces se queda en el camino porque dejo cerrada la compuerta que da a mi corazón. Tiene pas­sword, y se me olvidó. Jesús, pon junto a la puerta de mi corazón un letrerito que diga “si olvido su contraseña, siega este enlace”. Y voy a intentar de nuevo abrir y dejar que la semilla caiga donde debe caer.
Intenta marcar la contraseña a base de buenas obras y otras acciones que muestren tu amor a Dios.
Lo sembrado entre espinos representa a aquél que oye la pa­labra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto (Mt 13, 23).
Cuando veo a la gente mayor con sus preocupaciones, doy gracias por todavía ser pequeño. Lo que no entiendo es porque, si no tengo grandes cosas de que preocuparme, ando a veces agobiado. Creo que a mí también me seducen y sofocan las riquezas. No las que tengo, sino las que quisiera tener.
Vive tu realidad. Disfruta de tu familia, de tu estudio, de tus amigos, de tus mascotas.

Propósito: poner nuevo password en mi vida: “Servir” (con mayúscula)

sábado, 15 de julio de 2017

Frutos de exportación

No todo el que me dice: Señor, Señor, entraren el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos (Mt 7, 21).
Bueno, Jesús, ya se ve que esta idea quieres que la tenga bien clarita: que no basta con las buenas intenciones, que hay que empeñarse en dar frutos. La verdad que algunos frutos hay en mi vida, aunque son frutos un poco pequeños y no muy sabrosos, que no son frutos de exportación. Jesús, sóplame algunas ideas, sugerencias para poder ofrecerte frutos grandes, sabrosos, capaces de ser catalogados como de exportación.
Sigue pidiéndole a Jesús que te sople sugerencias.
Por tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificsu casa sobre roca: cayla lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca (Mt 7, 24-25).
Para dar frutos buenos he de construir sobre roca, sobre la roca de vivir en gracia, de hacer mi 3+2 a diario, de buscarte, Jesús, en los sacra­mentos (Confesión y Comunión). El primer fruto que te quiero pedir que me ayudes a ofrecerte es el de la constancia, que aprenda a ser cons­tante un día, y otro día. ¡Ayúdame a perseverar!
Cuntale a Jess los motivos por los cuales te cuesta ser constante y luego pdele que te ayude a poner soluciones.

Propósito: fruto de constancia.

viernes, 14 de julio de 2017

Medidas de seguridad

Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, cautos como las serpientes y sencillos como las palomas (Mt 10, 16).
Hoy en día, Jesús, la gente se preocupa mucho de la seguridad, ni contestan al teléfono si ven que es un número desconocido. Si normalmente uno es cuidadoso con la seguridad, mucho más cuidadoso tengo que ser con la seguridad de mi alma. Por eso me entero de cómo son las películas antes de verlas, o me informo antes de leer un libro. Mi alma, Jesús, vale toda tu Sangre y no puedo perderla porque en los cines, en Internet, hasta en los celulares, hay cosas que pueden manchar mi alma y dejarla herida.
Habla de las medidas de “seguridad” de tu alma con Jesús.
Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué habéis de hablar; porque en aquel momento os será dado lo que habéis de decir. Pues no sois vosotros los que vais a hablar, sino el Espíritu de vuestro Padre quien hablará en vo­sotros (Mt 10, 19-20).
Pero yo no voy por ahí con complejos y siendo un miedoso, tomo mis precauciones y me sé siempre hijo de Dios –porque Tú, Jesús, me diste ese título– y me comporto como tal, me mire y me oiga cualquier próji­mo. Me formo, rezo y con tu Espíritu Santo, el mejor Abogado, en mi alma en gracia sé que venceré todos los problemas que me puedan surgir, a no ser que yo mismo sea el que me enrede y los provoque.
Pregunta al Espíritu Santo cómo defenderte.

Propósito: poner seguridad en la compu.

jueves, 13 de julio de 2017

Ser agradecido

Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente (Mt 10, 8).
¡Cuántas cosas, Jesús, he recibido gratis, sin merecerlo!: para empezar la vida, la vida natural y la vida sobrenatural de hijo de Dios que me dio la Iglesia cuando mis papás me llevaron a bautizar. Con el bautismo me vino la “gracia”, se llama así porque es gratis, gratuita, de balde, for free… Y tantas cualidades que me has dado: mi buena memoria, el arte que tengo con la guitarra, la pegada brutal que tengo con la derecha… y tantas veces, Jesús, soy un egoísta, no te agradezco tantas cosas que me das –también los días soleados y las lluvias– ni tampoco pongo lo mío al servicio de los demás.
Dale gracias a Dios por cada cosa que te ha dado gratis.
El que trabaja merece su sustento (Mt 10, 10).
La verdad, Señor, que a veces me entero de lo que cobran los del salario mínimo y me confundo, trabajan todo el día y cobran una miseria y con eso tienen que mantener a su familia… Hay cosas, Jesús, de este mundo que no entiendo, te pido por ellos… pero lo que si entiendo es que algu­nos días no “merezco mi sustento”, porque me paso todo el día haraga­neando y jugando FIFA hasta que se me acalambran los dedos. Jesús, ayúdame a que aproveche las vacaciones y los días de clases, que sea coherente con tantos regalos que me has dado en mi vida. Que no des­perdicie la vida. Quiero ofrecerte muchos frutos de santidad y apostolado.
¿Me merezco todo lo que me dan?

Propósito: ser agradecido, usar la palabra “gracias”.

miércoles, 12 de julio de 2017

Los que van, ya lo saben

Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, lla­mado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó. (Mt 10, 2-4).
Qué pasaría si escuchara mi nombre mencionado entre los nombres los apóstoles. A lo mejor pensaría, “ve, que casualidad, uno que se llama como yo”. Pero, ¿y si viniera con mi apellido, y algo que claramente in­dica que se refiere a mí? A lo mejor miraría a los lados, pensaría que se trata de un error; o me pondría un poco nervioso. ¿Yo, un apóstol? Pues resulta que aunque no salga mi nombre, Jesús cuenta conmigo. Estoy en los nominados para la aventura de salvar el planeta.
Estas en la lista, ¿cuándo piensas comenzar a trabajar?
A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones: “No transiten por regiones de paganos ni entren en los pue­blos de Samaria. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que está llegando el Reino de los cielos” (Mt 10, 5-6).
Pensándolo bien, ni en Halo hay misiones tan arriesgadas como las de un apóstol. Ni el 007 todo elegante y con su pistolita, o Bruce Willis en sus cientos de papeles de héroe, están en algo tan importante como salvar el mundo del dolor que causa el pecado.
Déjate ya de fantasías. Salva el mundo real, y de verdad.

Paso uno de la misión: rezar por todo el que me salga al paso.

martes, 11 de julio de 2017

Negocios

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué recompensa tendremos? (Mt 19, 27).
Esta frase de San Pedro me parece un poco de caradura, de igualado. Pero si lo pienso, Jesús, es una frase que sólo la puede decir alguien que te tiene confianza. Una confianza que nace de haberse entregado por completo a Tí. Yo soy bastante miedoso y cada vez que oigo la pala­bra entrega se me va el pájaro”. Jesús, hoy quiero decirte que te doy cualquier cosa que me pidas. Pero eso sí, me tienes que ayudar a que luego no me eche para atrás. Que aprenda a seguirte sin poner tanto obstáculo.
Del dicho al hecho hay mucho trecho, dice el refrán. Concreta con Jesús lo que te pida. ¿Qué te está pidiendo?
Y todo el que haya dejado casa, hermanos o hermanas, pa­dre o madre, o hijos, o campos, por causa de mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna (Mt 19, 29).
Por un poquito que te doy, Tú ofreces mucho más. Eres un buen paga­dor, Jesús. No sale nadie perdiendo contigo. Es más, se gana mucho más de lo que uno haya podido imaginar. Dame Jesús la generosidad de entregarte lo que me pidas, que no sea tacaño, ni bobo, ni chillón, de no hacer negocios contigo. Quiero ofrecerte muchos frutos de santi­dad y apostolado.
Una gran negociante es la Virgen Santísima. Pídele que te sople al oído lo que le puedes entregar a Jesús.

Propósito: hacer negocios.

lunes, 10 de julio de 2017

Al paso de Dios

Entonces se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido (Mt 11, 20).
Esos habitantes de esas ciudades se lo ganaron. Mira, Jesús, que haber visto tanto milagro tuyo, oído tus enseñanzas y ni así se convirtieron. Yo al menos voy dando pasitos, aunque pasitos de bebé gordito y mima­do, y miedoso. Pero los voy dando. Jesús, que no me contente con dar pasitos, que dé zancadas, corra detrás de ti. Que vaya al paso de Dios, como le gustaba decir a San Josemaría.
¿Qué pasos, zancadas o corrida te está pidiendo Jesús? ¿Tienes miedo?
¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza (Mt 11, 21).
Ay. Ay. Ay. Jesús, que yo nunca te saque estos lamentos. Quiero ser de los que te dan alegrías y no tristezas. Quiero ir al paso de Dios y no arras­trado, quejándome, chillando y de mala cara. Quiero ir al paso de Dios sonriendo, silbando y cantando. Y dar mucho fruto de apostolado, de tra­bajo santificado, de sembrar paz y alegría en mi familia. Que me saque los miedos que me hacen ir a mi paso. Que aprenda a confiar en Ti y a obedecerte.
Te lo recuerdo: Del dicho al hecho hay mucho trecho. Concreta con Jesús lo que te pida.

Propósito: ir al paso de Dios.

domingo, 9 de julio de 2017

Los verdaderos descansados

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
¡Qué bueno eres Jesús!, te pones a nuestra disposición para ayudarnos a llevar nuestras cargas. ¿Cuáles son mis cargas? Quizá si otro me viera pensaría que no tengo ninguna carga, que no tengo motivo para que­jarme. Quizá tienen razón, pero Jesús me entiende. Sabe que, como soy pequeño, hasta las cosas más sencillas me resultan pesadas. A veces me resulta mega agobiante el colegio, los encargos de la casa, aguan­tar a mis hermanos, y que el perro no me haga caso y me manche con sus patas delanteras. Tengo que aprender a llevar esas “cargas” con alegría. Forman parte de mi día a día. Mientras tanto, ahí está Jesús, ayudándome.
¿Alguna vez has pensado que quizá te quejas mucho y por gusto?
“Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, por­que mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 29-30).
Es una gran verdad que en cuanto uno hace lo que tiene que hacer, aunque cueste, encuentra paz. Por eso san Josemaría hablaba del “gus­toso cumplimiento del deber”. Parece contradictorio pero cuando uno huye de sus responsabilidades, disque para descansar, le pasa justa­mente lo contrario. Viene el agobio, es estrés, el mal humor, etc.
Antes de que llegue el lunes, ¿con qué cara lo esperas?

Propósito: no más quejas, y decir mucho: “Jesús, que haga buena cara”.

sábado, 8 de julio de 2017

Dietas especiales y trajes espaciales

Se le acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le pregun­taron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus dis­cípulos no ayunan?”. Jesús les contestó: “¿Es que pueden estar tristes los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?” (Mt 9, 14-15)
De chiquito, creía que los astronautas en las estaciones espaciales co­mían pasta de dientes en vez de comida normal; y, que los futbolistas no tomaban más que batidos y bebidas hidratantes. Ni unos ni otros se alimentan de eso, pero lo que sí es cierto es que ser famoso o ser gran científico requiere sacrificio. ¿Será posible, entonces, que siga queriendo ser alguien grande cuando los fines de semana sólo veo tele y juego videojuegos?
Revisa qué haces en tu tiempo libre, asegúrate que sea algo productivo.
“Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque lo añadido hará encoger el vestido y el desgarrón se hará mayor” (Mt 9, 16).
En el espacio, los trajes deben ser especiales. Un fisura, un pequeño agujerito y se despresuriza, el oxígeno se escapa y el astronauta muere. No vale remendar. Debe ser nuevo. La gracia de Dios es como ese traje. Se conserva en buenas condiciones con oración, sacramentos y obras de servicio al prójimo.
¿Estarás cuidando el traje espacial?

Propósito: ir a la base a dar mantenimiento al traje (oración, Eucaristía, confesión, etc.)

viernes, 7 de julio de 2017

Lo miró y se lo llevó

Vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. (Mt 9, 9).
Mateo no necesitó más explicaciones. ¿Por qué había de desconfiar? Por una gracia de Dios, que sólo Mateo sabría explicar, entendió que Jesús se merecía toda su confianza. ¿Por qué dudar tanto entonces cuando siento que Jesús me pide algo? Jesús, si llego a sentir tu llamado, ayúda­me a confiar plenamente en ti, y no darle tantas vuelta al asunto.
Facilítale Jesús llamarte o pedirte algo, ¿no será que le pones demasiados “peros” y condiciones?
Él se levantó y lo siguió (Mt 9, 9).
A quién no le gustan las historias de aventuras. Lo desconocido tiene un atractivo especial. Mateo no dudó. Se dio cuenta que si seguía a Jesús comenzaba una aventura mucho más espectacular que un viaje interestelar o enfrentarse a grandes peligros. ¿Por qué hoy te siguen tan pocos, Jesús? Quizás es porque no han saboreado la alegría de darse a los demás y servir, y de dar la vida por otro. Esa aventura no se compara a ninguna experiencia en esta vida. Dame valentía a mí, Jesús. Quiero ser valiente y atreverme a ir a la aventura del Amor.
Pregúntale a Jesús cuál es la aventura que te tiene preparada.

Propósito: abróchate los cinturones, despega la nave y ve a buscar a alguien a quién prestar un servicio en tu casa o el colegio.

jueves, 6 de julio de 2017

Encuentro cercano del tercer tipo… con el amor de Dios

Entonces le trajeron un paralítico tendido en una camilla. Jesús, viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: “Animo, hijo, tus pecados te quedan perdonados” (Mt 9, 2).
Esta escena y la del paralítico al que bajan por un agujero en el techo para ponerlo delante de Jesús, son de mis favoritas. Me imagino al pa­ralítico iluminado desde lo alto, su rostro re splandece ante la mirada de Jesús que le sana hasta lo más profundo y donde más duelen los males: el corazón. Los demás no importan en ese momento. Quedan a oscuras en la escena. Qué saben ellos de lo que había en el corazón del pobre paralítico y de la alegría que Jesús le ha puesto ahí. En el confesionario no hay luces ni efectos, pero el amor de Dios obra con igual fuerza la curación del corazón.
Cuando te confieses, piensa bien lo que haces: es algo grande.
“Pues ahora sabrán que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados”. Entonces se dirigió al paralítico y le dijo: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa” (Mt 9, 6).
Como nunca faltan los criticones, Jesús añade un milagro más a la cura­ción del corazón. Hace caminar al paralítico. La salud del alma siempre repercute en el cuerpo. ¿Será posible que uno se acostumbre a confe­sarse, y no se dé cuenta del encuentro tan íntimo y personal que tiene en ese momento con Jesús?
Qué más da el sacerdote que confiesa: todos son Jesús.

Propósito: confesarme más seguido: me espera el mismo Jesús.