sábado, 29 de julio de 2017

¡Viva Marta!

En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa. Dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi herma­no (Jn 11, 20-21).
¡Esta Marta es una mujer de fe! Te tiene tanta confianza y cariño que es­pera que arregles las cosas; no sabe cómo lo harás, pero lo espera. Si yo hubiera estado ahí, me hubiera puesto nervioso o te estaría reclamando que por qué no habías venido antes de que muriera Lázaro. Jesús, que cuando no entienda alguna cosa que pasa no me ponga a reclamarte, alegarte o echarte la culpa. Además, muchas veces, me pasa lo que me pasa porque me lo gano a pura fuerza, y encima te echo las culpas.
Dile a Jesús que te aumente la fe.
Y dicho esto fue y llamó a su hermana María diciéndole en voz baja: El Maestro está aquí y te llama (Jn 11, 28).
Jesús, esta Marta me encanta. ¡Qué mujer! Es activa, no sabe estar de brazos cruzados, rápida para hacer cosas, pero sobre todo Te tiene con­fianza y Te lleva a otros. Con gran delicadeza saca a su hermana María de su luto para que te vaya a buscar. ¡Yo quiero ser Marta! Pero que no sea del diente al labio, porque como dice otro refrán de mi abuelo “del dicho al hecho queda mucho trecho”.
Piensa por tu cuenta “cómo martear” entre tus familiares, amigos y compañeros.

Propósito: ser Marta para los demás.