miércoles, 12 de julio de 2017

Los que van, ya lo saben

Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, lla­mado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó. (Mt 10, 2-4).
Qué pasaría si escuchara mi nombre mencionado entre los nombres los apóstoles. A lo mejor pensaría, “ve, que casualidad, uno que se llama como yo”. Pero, ¿y si viniera con mi apellido, y algo que claramente in­dica que se refiere a mí? A lo mejor miraría a los lados, pensaría que se trata de un error; o me pondría un poco nervioso. ¿Yo, un apóstol? Pues resulta que aunque no salga mi nombre, Jesús cuenta conmigo. Estoy en los nominados para la aventura de salvar el planeta.
Estas en la lista, ¿cuándo piensas comenzar a trabajar?
A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones: “No transiten por regiones de paganos ni entren en los pue­blos de Samaria. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que está llegando el Reino de los cielos” (Mt 10, 5-6).
Pensándolo bien, ni en Halo hay misiones tan arriesgadas como las de un apóstol. Ni el 007 todo elegante y con su pistolita, o Bruce Willis en sus cientos de papeles de héroe, están en algo tan importante como salvar el mundo del dolor que causa el pecado.
Déjate ya de fantasías. Salva el mundo real, y de verdad.

Paso uno de la misión: rezar por todo el que me salga al paso.