Lo sembrado sobre terreno pedregoso
significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero,
como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación
o una persecución por causa de la palabra, sucumbe (Mt 13, 20-21).
Jesús, la siembra en terreno pedregoso me suena como a querer sembrar
en el escritorio de mi cuarto. Te explico. La semilla no pegaría porque se
encontraría con el libro que tenía que leer y nunca abrí, varios lápices medio
mordidos, mi celular, mi iPod, el teclado de la compu, unas galletas a medio
comer, basura del sacapuntas… en resumen, en lo que me distraigo en vez de
estar trabajando. Esas son las piedras de mi pereza.
¿Dónde
más tengo piedras: en el corazón, en la inteligencia?
Lo sembrado en tierra buena, representa a
quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno;
otros, sesenta; y otros, el treinta (Mt 13, 23).
Puestos a sacar buena nota, apuntémosle al cien. Quiero estar en
el cuadro de honor de la asignatura del amor a Dios. Esa también se da en
vacaciones -y no es para los que reprobaron-en los fines de semana, y en días
normales de trabajo. Jesús, ayúdame a ser tierra buena y dar mucho fruto, fruto
de santidad y fruto de apostolado.
Pregúntale
a Jesús cómo llevas la asignatura del amor a Dios, si la estás pasando o vas
aplazado.
Propósito: apuntarle al cien en el orden
de mi cuarto