Esta generación malvada y adúltera
pretende una señal, pero no se le dará otra señal que la del profeta Jonás (Mt
12, 39).
Jesús, ¡cuánto me quieres! Has muerto por mí, te has quedado como
alimento en la Eucaristía, me has entregado a tu Madre para que también me
cuide como lo hizo contigo. Y a veces todavía dudo de Ti y exijo milagritos
para creer en Ti y seguirte. Exijo milagros que más bien son caprichos de niño
malcriado, cuando tengo el milagro de que resucitaste después de tres días
muerto. Como muerto se cría ya Jonás, tres días en la panza de la ballena que
lo arrojó surfeando sobre la playa y dando un susto de muerte a los
bañistas.
Pide…
pero no una señal, sino ver las señales que Dios te da.
La reina del Mediodía se levantará contra
esta generación (…) porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría
de Salomón, y ved que aquí hay algo más que Salomón” (Mt 12, 42).
¿Cuánta gente hay que nunca ha oído hablar de Dios? ¿Cuánta gente
que no tiene posibilidad de confesarse, de ir a Misa, de comulgar con la
frecuencia con que yo lo puedo hacer? Señor, ¡tan fácil que resulta para mí
acercarme a Ti! Y a pesar de eso, a veces, ¡cuánto me quejo! Y peor aún… , a
veces no aprovecho lo suficiente esa oportunidad que Tú me das de estar, hasta
físicamente, cerca de Ti. Pero es que los hombres somos así, no valoramos el
aire, hasta que nos estamos ahogando como Jonás.
Dale
gracias al Señor por conocerlo desde hace tanto y porque puedes buscarlo
siempre en el Sagrario.
Propósito: buscar sagrarios camino del
colegio.