Vengan a mí todos los que están fatigados
y agobiados, y yo los aliviaré (Mt 11, 28).
Algo muy habitual. Se sube un vendedor a un bus ofreciendo una
pomada que sirve para todo. Algo cura, pero todo no. Muchas veces yo me siento
agotado, agobiado, pero no me refiero al cansancio físico, como el dolor de
piernas de pues de correr mucho, sino cuando uno anda abatido por algo que hizo
mal o que no entiende en su vida. Porqué lo pequeño no podemos hacer esto, o
tener confiar cuando tu papá dice “cuando seas mayor lo entenderás”. Es,
entonces, el momento de buscar a quién nos puede dar consuelo y reposo: Jesús
¿Te
encuentras abatido? ¿Has probado contárselo a Jesús?
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que
soy sencillo y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus vidas.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt 11, 29-30).
Cuando uno hace la prueba de rezar, y sale lo que uno encomendaba,
se siente contento. Cuando uno reza mucho y salen muchas cosas, se siente muy
contento. Y así, llega un momento en que uno aprende qué cosas pedir y qué
cosas no son tan importantes. Uno aprende a esperar o que quizá hay que rezar
más. Pero hay algo mejor aún, uno entiende porqué cuando estás con Jesús, de
verdad encuentras descanso para tu vida, y por qué su yugo es suave y su carga
ligera.
¿Ya
hiciste la prueba de rezar por algo? ¿Qué esperas?
Propósito: rezar, quizá comenzando por
pedir por el Papa