El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla (Jn 3,
31).
Jesús, y yo, ¿de qué
hablo? ¿Cuál es el tema de mi conversación?, ¿con mis amigos, en clase, de qué
hablo? El que es de la
tierra, de la tierra es y de la tierra habla ¡Qué vergüenza me da
reconocerlo, Jesús!: Resulta que no es que hable de la tierra, sino del estiércol;
hablo de la última cochinada de la televisión, del último chisme, sin pudor de
todo y de todos. Y, para no quedarme atrás, también yo echo leña al fuego...
Otras veces escucho, y mi silencio me hace cómplice de tanta conversación
sucia. Jesús, y pensar que Tú ¡lo oyes todo! Nunca más Jesús. Si no es para hablar
bien, mejor calladito.
Jesús, que siempre mis comentarios y
palabras sean limpios.
El que viene del Cielo está sobre todos y da testimonio de lo que
ha visto y oído (Jn 3, 31).
Jesús, no quieres que
esté callado, sino todo lo contrario. Prepárate boca, prepárense cuerdas
vocales, porque se van a enterar. Jesús, quiero hablar mucho de
ti, mucho. No solo hablar, sino también cantar. Que todos mis
amigos, mi familia, mis compañeros se enteren de la alegría que me llena el
alma. Voy a hablar hasta quedarme afónico, como Tú, Jesús mío, que das testimonio de lo que has
visto y oído (Jn 3, 31).
¿Soy valiente para hablar de Jesús y para
cortar las conversaciones sucias?
Propósito: Ser una
persona limpia de corazón y de boca.