Por aquellos días, María se levantó, y marchó deprisa a la montaña,
a una ciudad de Judá (Lc 1, 39).
María, ¿estás contenta?
Yo, un montón. Muchas gracias, Madre mía, por tantas cosas buenas. Durante todo
este mes de mayo me has llevado de tu mano, de sábado en sábado y tantas
fiestas tuyas. He hecho Romerías, he rezado Rosarios, he saludado con
cariño tus imágenes... Ahora, después de todos estos días contigo, soy más
amigo de tu Hijo. Pero antes de acabar el mes un buen final: la Fiesta de la
Visitación.
Agradece a la Virgen tantas gracias
recibidas en el mes de mayo.
Y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y en cuanto oyó
Isabel el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno, e Isabel quedó
llena del Espíritu Santo (Lc 1, 40-41).
Madre mía, hoy me enseñas
el espíritu de servicio. ¿Qué es lo que haces cuando te enteras que vas a ser
la Madre de Dios?... Te vas corriendo a ayudar a tu prima Sta Isabel. Y eso que
vivía bastante lejos. Yo, Virgen Santa, hago el Propósito de no andarme con
remilgos. Voy a poner la mesa sin que me lo digan y hacer mis tareas, y ayudar
con las tareas a mis hermanos, y ordenar la habitación, y cambiar el agua a la
tortuga y, después… como San Juan Bautista nonnato, saltar de gozo.
Como dice San Pablo a los de Corintio, yo
también seré: servidor de vuestra alegría (Cor 1, 24).
Propósito: Después
de servir mucho… saltar de gozo.