Jesús le contestó: Felipe, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y
no me has conocido? (Jn 14,9).
María, Madre Santa, como
estamos en el mes de mayo hoy me dirijo a ti. ¡Cómo querías a Felipe! Era uno
de los elegidos, uno de los 12 Apóstoles. Le querías como a un hijo, que eso
era. Además, Felipe tenía estudios ¡medio hablaba el griego! (cf Jn 12, 20-21),
se las daba de intelectual. Quizá por eso medía todo, calculaba todo, racionalizaba
todo, como cuando la multiplicación de los panes y de los peces: Felipe le respondió:
Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco (Jn 6, 7). Felipe,
tan seguro de sí mismo, de su ciencia… y se le escapaba lo más importante: ¡No
conocía a Jesús!: Felipe,
¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? (Jn 14,9).
Y yo, después de tanto tiempo, ¿conozco a
Jesús? ¿Pero, de verdad?
En verdad, en verdad os digo: El que cree en Mí, también él hará
las obras que Yo hago (Lc 14, 12).
Virgen Santa, quien
conoce a Jesús, quien le trata, hace sus obras. Seguro que le tenías a Felipe
un gran cariño y le limpiarías toda esa capa de orgulloso racionalismo: Felipe,
hijo mío, le dirías, por muy listo que seas, Dios es más grande
que tu cabeza… Y Felipe llegó a ser un gran Apóstol, hizo las obras de
Jesús. Y yo, ¿qué hago? ¿A qué espero?
Pide a Jesús conocerle más… para hacer sus
obras.
Propósito: Conocer
mejor a Jesús.