viernes, 10 de mayo de 2019

¡Viva Jesús Sacramentado!


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión al monte. Al comienzo de la ascensión, los ár­boles nos escoltaban con sus sombras. Al dejarlos atrás, conforme subíamos, se nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los chicos, que no dejaba de mirar al celular, gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo señal!... Era lo peor que nos podía pasar, el mundo estaba incomunicado… Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda tu cobertura!
¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima ya a la hora de comer. Mientras dábamos buena cuenta de la comida, se podían distinguir muchos pueblos agrupados en torno a su Iglesia. ¿Por qué no hace­mos la Visita?, dijo uno. Como no sea a las vacas, soltó el graciosillo de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno eligió su Sagrario: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz.
Propósito: no perder cobertura.