Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer (Mt 14, 3-4).
¡Qué valiente Juan el Bautista! No tuvo pelos en la lengua para decirle sus verdades a Herodes. Con razón, si Juan era el que debía preparar tu llegada, Jesús. Yo también tengo que ser valiente. También a mí me toca preparar tu llegada a los corazones de mis amigos. A más de alguno me tocará decirle sus verdades. Pero ya me explicaron que es mejor si antes rezo, me mortifico, y después se lo digo con mucho cariño.
u Valiente a lo Bautista. ¿Con quién hablo hoy?
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: “Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista” (Mt 14, 8).
“Si bailar no tiene nada de malo”, me dijo un día mi mamá. Lo malo está en cómo se baila y lo que dice la letra de la música. No me lo creía hasta que oí en Misa esta parte del evangelio. ¿Será posible que con un baile se pueda llegar a hacer tanto daño? Dos veces valiente hay que ser: una para no tener pelos en la lengua como el Bautista, y otra para decir que no a esa música que ofende a Dios.
u Pídele a Jesús que te haga valiente y apostólico.
Propósito: Afeitarme la lengua