martes, 10 de junio de 2014

Luz del mundo

Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciu­dad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa (Mt 5, 14-15).
Jesús, esperas de cada uno de los cristianos que seamos luz para los demás. Por eso hoy vuelvo a rezarle al Espíritu Santo con esa oración tan bonita que habla de la luz: Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones. Consolador magnífico. La Virgen quiere darte a su Divino Esposo, al Espíritu Santo: dulce huésped del alma, dulce refrigerio. Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto ¡Oh luz san­tísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.
u  Sigue hablándole al Espíritu Santo.
Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vues­tras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos (Mt 5, 16).
Estas palabras me tocan el corazón. Jesús tú quieres que la gente al ver mis buenas obras se sientan movidos a quererte. Por cierto, que me acuerdo de algo que me contaron y es sobre don Álvaro del Portillo que este 27 de septiembre lo beatifican en Madrid. Y lo que me contaron es que cuando don Álvaro rezaba el Rosario lo hacía con tanto cariño que los que le acompañaban sentían ganas de querer más a la Virgen.
u  ¿Doy buen ejemplo o mal ejemplo?

Propósito: ser luz para los demás.