Vosotros sois
la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un
monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un
candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa (Mt 5, 14-15).
Jesús, esperas de cada uno
de los cristianos que seamos luz para los demás. Por eso hoy vuelvo a rezarle
al Espíritu Santo con esa oración tan bonita que habla de la luz: Ven,
Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias, ven luz de los corazones. Consolador magnífico. La
Virgen quiere darte a su Divino Esposo, al Espíritu Santo: dulce huésped del
alma, dulce refrigerio. Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en
el llanto ¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus
fieles.
u Sigue
hablándole al Espíritu Santo.
Alumbre así
vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos (Mt 5, 16).
Estas palabras me tocan el
corazón. Jesús tú quieres que la gente al ver mis buenas obras se sientan
movidos a quererte. Por cierto, que me acuerdo de algo que me contaron y es
sobre don Álvaro del Portillo que este 27 de septiembre lo beatifican en
Madrid. Y lo que me contaron es que cuando don Álvaro rezaba el Rosario lo
hacía con tanto cariño que los que le acompañaban sentían ganas de querer más a
la Virgen.
u ¿Doy
buen ejemplo o mal ejemplo?
Propósito: ser luz para los demás.