domingo, 8 de junio de 2014

Pentecostés. Ven Espíritu Santo, llena mi corazón

Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la Madre de Jesús (Hch 1,14).
Para que venga el Espíritu Santo es necesaria la oración, junto a María. Por eso hoy vuelvo a decir la oración que escribió San Josemaría: ¡Ven, oh Espíritu Santo! Ilumina mi entendimiento para conocer tus manda­tos; fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo; inflama mi vo­luntad… He oído tu voz, y, no quiero endurecerme y resistir diciendo: Después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora! No vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría. Espíritu de entendimiento y de consejo. Espíritu de gozo y de paz! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.
u  De la mano de María, conoce al Gran Desconocido, al Espíritu Santo.
Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se re­partían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo (Hch 2, 2-3).
Sigue hablándole al Espíritu Santo con la siguiente oración: Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido. Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está extra­viado. Concede a tus fieles, que en ti confían tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna.
u  Pídele a la Esposa del Espíritu Santo, a María, deseos de ser santo y apóstol.

Propósito: Seguir pidiendo.