jueves, 31 de agosto de 2017

Es cuestión de estar rezando

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).
Jesús, ahora venden unas alarmas espectaculares. Se pone un código y la casa entera está protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que estar atento; porque si la alarma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me gustaría también tener mi alma con alarmas para protegerme de las tentaciones. Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar tener encendida la alarma de peque­ñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural, y sensores térmicos para que no disminuya la temperatura espiritual de mi alma.
Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo en­carga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).
Yo también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa, darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Call of Duty o jugar INJUSTICE, que las que me pone mi papá. En las del videojuego salvo el mundo, pero ese mundo no existe; en las que me da mi papá, salvo el orden y la armonía de mi casa, que sí es real
Ser más heroico en la “Call of Duty” que me dice mi papá.

Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.

miércoles, 30 de agosto de 2017

El orden exterior fruto del orden interior

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena aparien­cia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre (Mt 23, 27).
Aparentar, quedar bien, proyectar una buena imagen, y un sinfín de co­sas más me dijo el peluquero para consolarme porque por fin mi mamá consiguió que me cortaran las greñas que andaba. Pero no es por eso, insistió mi mamá, es por orden y limpieza. Entonces entendí, que es bue­no que mi porte exterior refleje la paz que se supone hay en mi alma. A la larga, la belleza que importa, y que perdura –habría añadido mi abuela-, es la de adentro.
Voy a poner más atención en que mis cosas reflejen que soy una persona que procura hablar frecuentemente con Jesús.
Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Mt 23, 28).
Ayer, Jesús, después de confesarme, me quedé un ratito pensando en las cosas de las que te había pedido perdón. No es gran cosa, pensé; hasta para pecar soy mediocre. Pero después me di cuenta que me estaba comenzando a creer santito. Quizá no había en mi alma grandes crímenes, pero sí un montón de pequeñas faltas que a ti te duelen y de las que ahora mismo te vuelvo a pedir perdón.
Me voy a esforzar por no parecer sólo bien portado sino también serlo de verdad, desde dentro.

Propósito: ordenar mi closet.

martes, 29 de agosto de 2017

Salvando el planeta

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceri­dad! (Mt 23, 23).
“No fumar”, “no tirar basura”, “no exceder la velocidad”, “no pararse en la grama”; de eso sí estoy pendiente. Pero de ir a Misa, no gritarle a mis papás, estudiar duro, etc., ni me acuerdo. ¿Sera posible, Jesús, que a veces me importen más las ballenas en peligro de extinción que ayudar a mi hermanito a hacer sus tareas? A ese paso, lo que de verdad estará en peligro de extinción es el cariño por los de mi casa. Voy a ser más hermano de mis hermanos y más hijo, más cariñoso, con mis papás. Me voy a interesar más en la ecología familiar.
Save the planet (mi familia)!
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! (Mt 23, 25).
Creo, Jesús, que un buen comienzo para vivir una caridad auténtica en mi casa es comenzar por el principio. Ya sé que suena como a “subir arriba” o “bajar a abajo”, pero para iniciar hay que irse al inicio: prime­ro, amar a Dios sobre todas las cosas. Ha llegado el momento de una buena limpiadita por dentro con la confesión sacramental, y comulgar.
Ecología de la buena: tener siempre libre de basura el alma.

Propósito: Ser ecologista espiritual

lunes, 28 de agosto de 2017

Vivir en verdad

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas! (Mt 23, 13).
Jesús, ya veo que la hipocresía te pone mal. Tienes razón, a nadie le gusta que lo engañen. Me da pena decírtelo pero yo a veces también soy un poco doble cara. Me doy cuenta porque me encanta que mis papás le cuentan a las visitas que hago oración o que recibo forma­ción espiritual, pero cuando dejo de rezar engañándome al ponerme a hacer otras cosas, me cae mal que me lo hagan ver. Más cuando me señalan que en el fondo es pereza. ¿Pereza, yo? No es pereza, me digo, es que tengo mucho qué hacer. En el fondo tienen razón.
Ayúdame, Jesús, a no engañarme ni engañar.
¡Ay de vosotros, guías ciegos! (Mt 23, 16).
Una vez se nos ocurrió ir de excursión a un volcán sin saber bien el cami­no. Uno de los que iba con nosotros sacó a relucir sus dotes de buena orientación, y nos pidió que confiáramos en su guía. Para darnos más seguridad, sacó un GPS de su mochila. Nos llevó por un camino que ter­minó en un tope que no llegaba a ninguna parte. Pasamos tanto tiempo perdidos, que al final nos tuvimos que comer el almuerzo tardísimo a la orilla de la carretera, y sin volcán nos volvimos a casa. Varios días después nos enteramos que aquella había sido la primera excursión de nuestro “guía”. Jesús, a mí a veces me pasa algo parecido. Creo que yo solito me voy a guiar en mi vida espiritual y no me dejo aconsejar.
Usar el GPS de la dirección espiritual.

Propósito: No dejar de hablar esta semana con mi director espiritual.

domingo, 27 de agosto de 2017

Con el corazón en Roma

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15).
¿Quién digo yo que eres tú, Jesús? Me pongo delante de tu presencia y me quedo mudo de sólo imaginar que el Hijo de Dios está delante de mí. Los pobres apóstoles, al principio, a duras penas lo sospechaban. Ante tu pregunta, Jesús, Pedro no se muerde la lengua y declara sin ninguna vergüenza lo primero que se le ocurre: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Me recuerda cuando, en la clase, el profesor lanza una pre­gunta y todos comienzan a decir lo primero que se les ocurre, hasta que alguno, de chiripa, acierta. No sé si lo de Pedro fue o no chiripa, pero está claro que el Espíritu Santo lo ayudó. Yo sé quién eres Jesús, pero lo que sé con la cabeza, a veces no lo sigue mi corazón.
Espíritu Santo, sóplame al oído, para caer en la cuenta delante de quién estoy cuando llego al oratorio.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará (Mt 16, 18).
Se me va la cabeza para Roma (Virgencita, que algún día pueda ir). He visto en la tele la Basílica de San Pedro. Era el día de la canonización de Juan Pablo II. Todavía me acuerdo de la alegría que se le veía en la cara al Papa Francisco. ¡Qué gusto da saber que esa es mi Iglesia! Y qué alegría me da pensar que a pesar de lo tremendo que a veces soy, aquí me tienes y me cuidas.
Gracias, Jesús, por la Iglesia y por el Papa.

Propósito: rezar por el Papa

sábado, 26 de agosto de 2017

El goleador humilde

El primero entre vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la pelota en los partidos, estoy 100% seguro que voy a anotar. No la paso porque siento que los otros van a echar a perder el gol. Sigo solo, dis­paro con todas mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente, como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé?, Tú lo sabes Jesús, fue por egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento personal. Ya sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
Saber servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siem­pre falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado, pero no se pone creído porque haya anotado. Es malo jugando, lo sabe y por eso se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en consecuencia y ser feliz.
Dejar jugar a todos y aprender.

Propósito: Más pases, más goles, menos egoísmo.

viernes, 25 de agosto de 2017

Poner todo el corazón

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es decirte “te quiero”. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte “te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas cosas a lo largo del día, por eso es que después no me porto bien. Quizá ésta podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero. Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
¡Jesús, te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con “todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca contradictorio, me hará feliz.
Me voy a examinar un poquito, no sea que mis pleitos con mis hermanos a veces sean por envidia.

Propósito: Alegrarme de algo bueno que le pasó a otro.

jueves, 24 de agosto de 2017

Se aburren los aburridos

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los con­vidados, pero no quisieron ir (Mt 22, 3).
Jesús, la vez pasada me regañó mi mamá porque me tardaba mucho en arreglarme y ya íbamos tarde. Me atrasé porque la verdad no quería ir. Era una fiesta de gente grande y no iba haber ningún amigo mío de mi edad. Le dije a mi mamá que iba a estar aburrido porque no conocía a nadie. Me explicó que me aburriría si sólo estaba pensando en mí y no me interesaba por los demás, aunque no los conociera. Imagino que a los de la parábola les pasó igual, se perdieron el banquete del Rey quizá porque pensaron que iba a estar aburrido. Y pensar que muchas veces el Rey que invita eres tú, Jesús.
Que nunca salga de mi boca “¡qué aburrido!”
Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encon­tréis, convidadlos a la boda (Mt 22, 9).
Jesús, ahora voy entendiendo, la clave para no aburrirse está en pensar en los demás. ¿Y si no los conozco? Da igual, ya los conoceré. Si no, cómo voy a tener más amigos. Si no cambio, terminaré saliendo siem­pre con el mismo grupito, y a la hora de hacer apostolado, van a ser contaditos con los dedos de las manos las personas a las que podré llevar a Dios.
Voy a dejarme de timideces egoístas y voy a conocer más gente.

Propósito: Hacer un nuevo amigo

miércoles, 23 de agosto de 2017

Cuidar los estudios

Vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fue­ron. (Mt 19, 3-4).
Jesús, a mí también me gustaría trabajar en tu viña. No soy muy diestro con las herramientas de campo porque soy de ciudad. He crecido entre humo de buses y asfalto. Pero si me enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé que quizá al escuchar estos deseos míos me dirás, “mi viña también es tu colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres trabajar conmigo?, este es tu labor: haz tus tareas, cumple con tu encargo, ordena tu cuar­to”. Jesús, y si hago todo eso, ¿me pagarás, como a los trabajadores de la parábola? Se me viene a la cabeza una partecita del Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida eterna”
Si la viña del Señor fuera mi colegio, seguro que las uvas tendrían que ser mis notas. Voy a trabajar bien esta viña.
Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió decirles eso a mis papás después de enseñarles una mala nota. Me habían dicho que como siguiera así, iba terminar de último en la clase. Jesús, bien se ve que tú muchas veces me hablas a través de mis papás. Me contestaron: por eso mismo, como los últimos serán los primeros, menos videojuegos y a estudiar más.
Ser de los primeros aunque antes haya sido “último”.

Propósito: Estudiar. Así de sencillo, sin más teorías.

martes, 22 de agosto de 2017

Darlo todo

Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos (Mt 19, 25).
Hace unos días vi a mi abuelita cosiendo. Me pidió que le enhebrara la aguja porque era tarde y ya no veía muy bien. No pude. Al final lo termi­nó haciendo ella. Ahora pienso, ¡y un camello! Ni mi abuela. No quiero ser de esos “ricos” cara-de-camello de los que habla el Evangelio, Jesús. Y aunque no tengo muchas propiedades a mi nombre, sí que llamo a muchas cosas “mías” y hay de aquel que me las toque.
¿No podría ser más generoso y prestar mis cosas más fácilmente?
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mt 19, 29).
Si a veces me cuesta tanto prestar las cosas, Jesús, ¿qué pasaría si tú me lo pidieras todo? Me mareo sólo de pensarlo. Tener que dejar el iPod, el carro, la bici, la tele, la laptop, mi camiseta del Madrid (sí, soy del Madrid y ¿qué?), y un largo etc. Un día le comencé a preguntar a un sacerdote si él podía ir al cine, si podía ir a bailar a fiestas, si podía ir a… Me paró, y me preguntó: ¿por qué te aflige tanto lo que se deja por Jesús? Piensa más en lo que Él te da. “Cien veces más y la vida eterna”, ¿te parece poco a cambio de lo que dejas? No sabía que contestar.
Tengo que pensar más en lo que gano que en lo que dejo a la hora de seguir a Jesús.

Propósito: prestar algo a alguien (aunque sea mi VISA de oración)… o mejor aún, ¡regalar!

lunes, 21 de agosto de 2017

VIP del cielo

Se acercó un joven a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para conseguir la vida eterna?”(Mt 19, 16-17).
Con qué ilusión se acerca ese muchacho hasta ti. Llegó corriendo, lleno de entusiasmo. Su modo de comportarse denotaba que tenía su dine­rito. Está acostumbrado a conseguirlo todo. No le falta nada. No tiene nada de qué quejarse. Pero le falta un detallito: sus muchos bienes no le aseguran el cielo. Quisiera comprar una entrada VIP, que le asegure que no tendrá que hacer cola y que su puesto está asegurado. Sé que me comporto muchas veces así. Ayúdame, Jesús.
Lunes, buen día para ganarse una entrada al VIP del cielo por medio del trabajo.
Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tie­nes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme” (Mt 19, 19-21).
Aquí sí se puso dura la cosa. Te metiste con la billetera del joven rico. Para mucha gente la billetera es sagrada, no se toca. ¿Por qué ese miedo a dar de lo que hay en la billetera? ¿Qué cosa puedo comprar con el dine­ro o las tarjetas de crédito que hay en la billetera, que luego sea mayor que el cielo? Y a pesar de eso, la gente quiere dinero. Yo mismo, quiero tener mucho dinero. Ese motivo tan “bajo” es el que me anima a estudiar duro tantas veces. Con razón después si me dicen que lo deje todo y te siga, no me animo, me da miedo horrible.
Si Dios te pide que lo sigas, déjalo todo, sin pena.

Propósito: dar limosna, pero de mi billetera

domingo, 20 de agosto de 2017

Arrancar milagros, versión 2.0

Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo: ¡Señor, ayúdame! (Mt 15, 25).
Vuelve aparecer este evangelio, Jesús, en este mes. Y te vuelvo a pedir la fortaleza para poder arrancarte milagros para mi familia, para mis amigos, para esta sociedad. Pero el primer milagro que te quiero pedir es para mí. Ayúdame a tener una cabeza de hielo, un corazón de fuego y unos brazos de hierro. Que no sea una gelatina que al primer desánimo o tropiezo tire la toalla.
Sigue hablando por tu cuenta pero como el que quiere arrancarle un milagro a Jesús.
Pero ella dijo: Es verdad, Señor, pero también los perrillos co­men de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Entonces Jesús le respondió: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante. (Mt 15, 27-28).
Ya te lo dije hace unos días, Jesús, pero vuelvo a repetirlo: ¡Qué bárbara esta mujer! Yo quiero una fe así que empape mi cabeza, mi corazón y mis brazos. Una fe que me fortalezca. Pero no lo quiero sólo para ser me­jor o sentirme a gusto conmigo mismo. Quiero una fe fuerte para poder ayudar a los demás y arrancarte los milagros para otros. Para llegar al cielo, volando muy alto, cargado de muchos corazones que te amen.
Cuéntale a Jesús los milagros que le quieres arrancar.

Propósito: Arrancar milagros.

sábado, 19 de agosto de 2017

Oasis

Entonces le presentaron unos niños, para que les impusiera las manos y orase… (Mt 19, 13).
Tan atrayente es tu persona, Jesús, que las mamás querían que les im­pusieras las manos y les dieras una bendición a sus niños. Creo que fue el Papa Benedicto quien escribió que los que se encuentran junto a Ti son como un oasis, un lugar donde hay agua y descanso en medio del desierto de este mundo. Y es que los buenos atraen y los malos repelen. Yo quiero estar muy cerca de Ti y atraer muchas almas que luego te amen. ¡Qué envidia, Jesús, me dan los que son como un oasis! Aunque, pensándolo bien, más cerca que en la Comunión, imposible. Quiero aprender a volar en tu Amor.
Habla con Jesús sobre cómo puedes unirte más a Él.
Y después de imponerles las manos, se marchó de allí (Mt 19, 15).
Jesús, lo que te interesa es unir a la gente con Dios Padre. Una vez que les impones las manos y rezas por ellos, sigues adelante en tu cami­no. Lo que quieres es que amen a Dios Padre como le amas Tú. Y yo, como te lo he dicho antes, cada vez que hago algo bueno quiero reconocimiento y agradecimiento. Me inflo de orgullo y placer al saber que he hecho algo bueno. Jesús, yo quiero unirme a Ti, y trabajar con la única intención unir a los demás con Dios Padre. Quiero ser un oasis para los demás, pero por puro amor a Ti.
¿Qué puedo hacer para unir a los demás con Dios? HOY.

Propósito: Ser un oasis o al menos un pozo de agua fresca.

viernes, 18 de agosto de 2017

Cabeza dura

Él les respondió: Moisés os permitió repudiar a vuestras muje­res a causa de la dureza de vuestro corazón; pero al principio no fue así (Mt 19, 8).
Esos fariseos eran unos necios. Pero yo no soy quien para criticarlos. A mi, Jesús, cuando se me atraviesa algo entre ceja y ceja me pongo como disco rayado: quiero ir a Mc, quiero ir a Mc, quiero ir a Mc… Hasta que terminamos yendo. Por eso dice mi mamá que si alguna vez me peleo, que use la cabeza, no para pensar, si para repartir cabezazos porque es lo más duro que tengo. Yo no quiero ser un necio contigo Jesús y volverme duro de corazón. Quiero saber escucharte en la oración, en los consejos de la confesión y especialmente al momento de comulgar.
¿En qué tipo de situaciones te pones necio?
Quien sea capaz de entender, que entienda (Mt 19, 12).
Más claro, sólo el agua embotellada. Jesús, entiendo que si uno lucha por no ser necio, acaba comprendiéndote. Por eso el refrán: no hay peor sordo que el que no quiere oír. Jesús, te lo vuelvo a pedir, que no me haga el sordo con lo que me vas pidiendo en la oración. Y que sepa preguntar aquello que no entiendo, que no sea como el avestruz, que cuentan que cuando ve un peligro esconde la cabeza en un hoyo en la tierra. Que aprenda a volar en tu Amor y le enseñe a otros a volar.
Platícale a Jesús si te estás haciendo el sordo con alguna cosa.

Propósito: Lavarme bien las orejas para oír a Dios.

jueves, 17 de agosto de 2017

Telenovelas

Entonces, acercándose Pedro, le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Pedro pregunta esto no de manera teórica. Lo más seguro es que se había enojado con alguno. Como te he contado antes, Jesús, muchas veces perdono sólo de los dientes para afuera. Porque después ando dando vueltas al pleito, me imagino lo que pude haber contestado, lo que le diría si se me vuelve acercar, la carita que le pondría si me pide perdón, etc. En fin, que digo que perdono pero no olvido y luego pro­duzco y dirijo una telenovela digna de ser emitida a una gran audiencia. Jesús, dame un corazón limpio que sepa amar y perdonar.
¿Guardas rencor contra alguien? Cuéntaselo a Jesús.
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti? (Mt 18, 33).
Jesús, he estado haciendo números: si me confieso al menos una vez por semana, al año son 52 veces que me perdonas de las mismas ba­rrabasadas. ¡Eso es un montón! Y lo que me sorprende es que ni Tú ni el sacerdote parecen cansarse de perdonar. Quiero agradecerte la confe­sión y llevarte a muchos amigos para que no andemos de protagonistas de telenovelas. Y que nunca falten sacerdotes con tiempo para perdo­nar como Tú hacías en Galilea.
Prepara muy bien tu próxima confesión.

Propósito: No ser ni actor ni productor de telenovelas.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Más de dos rezando

Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas; si te escucha, habrás salvado a tu hermano. (Mt 18, 15).
Creo que fue hace un año que el Papa Benedicto XVI explicó esto en su mensaje de Cuaresma. Corregir es una manifestación de amor al pró­jimo. Y si no es por caridad, al final, uno se convierte en el que cae mal porque a todo le encuentra defectos. No deja de ser algo gracioso que hay quien no corrige para caer no mal; y quien sólo se la pasa corrigien­do y cae mal. Pero hay un caso peor: el que no corrige por “respetuoso”, es decir, porque le vale. Creo que en el fondo uno no corrige lo que no quisiera que le corrigieran; y los tales respetos son un “ni se te ocurra meterte en mi vida”. Jesús, quiero dejar todo esto de lado y ayudar a mis amigos a que estén cerca de ti; de paso, me obligo yo a mejorar.
Antes de corregir, pídele a Jesús su opinión.
Yo les aseguro, también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá (Mt 18, 19).
Y si además de corregir, se reza, el negocio sale redondo. Me he dado cuenta, Jesús, que a veces uno se da más cuenta de cómo andan sus amigos que los propios papás. Los papás suelen pedir a Dios para que sus hijos sean buenos. Si a eso añado mi oración, ya somos tres. Más lo que pide la abuelita, cuatro; y así sucesivamente…
Antes de corregir, y después de hablarlo con Jesús, reza.

Propósito: rezar por un amigo.

martes, 15 de agosto de 2017

Asunción Cosas Grandes

“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 42.45).
¡Sí! ¡Dichosa! Y mil veces lo diría para hacerle la fiesta a mi Madre del cielo en este día de la Asunción. ¿Qué cara habrán puesto los ángeles cuando te vieron entrar en el cielo? No se imaginaban tanta belleza, tanta hermosura. Realmente hacía su entrada la reina, la soberana, la Madre del Creador. Esa mujer en la que Dios se desbordó en virtudes, dones y gracias. Esa eres tú, Madre mía. Recibes el premio merecido para los que han creído firmemente.
Repítele muchas veces hoy a la Virgen que la quieres mucho.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. (Lc 1, 48).
Madre mía, creíste, tuviste fe, en las palabras del Ángel en la Anunciación. Pusiste tu vida entera al servicio de Dios para un plan que, en ese mo­mento, eran puras palabras. El Todopoderoso verdaderamente hizo cosas grandes gracias a tu entrega. Y pensar que hay muchos que es­peran ser recordados por generaciones a fuerza de egoísmo y ambicio­nes personales. ¡Quiero que también mi vida sirva para cosas grandes! ¡Quiero que también mi historia sea la de uno que dice sí a Dios en todo! ¡Ayúdame, Virgencita Santa!
Las cosas grandes comienzan con cosas pequeñas.

Propósito: decirle que sí a Dios.

lunes, 14 de agosto de 2017

En la Cruz la alegría y la paz

“El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hom­bres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar”. Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza. (Mt 17, 22, 23).
Creo que los discípulos no pusieron atención a lo que oían. Jesús aca­baba de decir “resucitar”. Quizá su atención llegó hasta la parte de “lo van a matar”. A mí me pasa a veces igual, Jesús. Me quedo en el es­fuerzo a medias que conlleva ser puntual, constante, dedicado en los estudios, y se me olvida que después de la muerte sigue la vida. Tengo que morir en mis estudios, en mis encargos, en mi amistad.
Bueno, no seamos tan exagerados. Morir, morir… Jesús en la Cruz, de ahí para bajo ningún esfuerzo es para tanto.
“¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?” Respondió Pedro: “Sí lo paga” (Mt 17, 24-25).
Zafarse. Eso es lo que hace uno para no asumir responsabilidades. A Pedro le preguntaron: ¿va a pagar Jesús el impuesto o se va a “zafar”? De ahí viene aquello otro del “zafe”, o cómo le digan en otros lugares. Jesús no se zafa. Asume sus responsabilidades, también en lo humano. En las noticias a veces sale alguno al que agarraron por no pagar impuestos. La gente no los paga para ganar más, y a la larga para llevar una vida más cómoda (pero una comodidad estresante). Igual pasa cuando uno se zafa de estudiar.
Paga tus impuestos: se responsable. Que tenga fondos tu Visa de oración, es decir reza y trabaja con responsabilidad.

Propósito: No zafarme.

domingo, 13 de agosto de 2017

Obediencia

Inmediatamente después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente (Mt 14, 22).
Jesús, hoy me he fijado en que los apóstoles son obedientes. Les man­das que se suban a la barca y se adelanten. Y te hacen caso sin andar preguntando mucho. A mí me pasa que cuando me manda algo mi mamá le hago mil preguntas, no para hacer correctamente lo que me pide sino porque no tengo ganas de hacerlo y así gano algo de tiempo. Esto de aprender a obedecer cuesta. Pero pienso que si aprendo a ser obedientes a mis papás, aprenderé a ser obediente a Ti.
Sigue hablando con Jesús de cómo obedeces.
Al punto Jesús, extendiendo su mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca cesó el viento. (Mt 14, 31-32).
Al principio Pedro caminaba sobre el agua porque Tú se lo mandaste, pero luego se hundió. Y Tú, Jesús, le dices que se ha hundido porque no ha tenido fe. Me parece que nos quieres enseñar que para obedecer se necesita fe, para no terminar dudando de si es justo que me manden esto, o a sospechar que están abusando de mí con eso que mandan. Se necesita de la fe para darse cuenta que te gusta que sepamos obe­decer, y obedecer con buena cara.
Pídele a Jesús que te aumente la Fe.

Propósito: Obedecer a la primera.

sábado, 12 de agosto de 2017

Montañas voladoras

Se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: “Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo” Entonces Jesús exclamó: “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incré­dula y perversa?”(Mt 17, 14-17).
Seguimos con lo de saber pedirte y hacerlo con fe. Esta vez, ¡gran rega­ñada le cayó al pobre papá del niño endemoniado! Quizá en el fondo de su corazón, quería que su hijo se curara pero a lo mejor por interés personal y no por amor al niño. A lo mejor por eso le llama Jesús “incré­dulo y perverso”. ¿Cuántas cosas te pido así, Jesús? Pido por puro interés. Como me dijo una vez mi papá “ahora sí andas todo amable, a saber qué me vas pedir más tarde”.
Sigue hablando si eres un interesado.
Les aseguro que si ustedes tuvieran fe, al menos del tama­ño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: Trasládate de aquí para allá, y el monte se trasladaría. (Mt 17, 20).
Jesús, a veces creo más en los Zombies, o en la vida en otros planetas, que en tu Palabra. Si tuviera fe, haría, como si nada, el truco de la mon­taña voladora. Y movería la montaña de mi pereza y de mi egoísmo; y, también las de mis amigos, y las de mucha gente.
Confía más en la fuerza de tu oración. ¿Cómo está de recargada tu tarjeta Visa de oración?

Propósito: rezar con fe por algo, y mover alguna montaña.

viernes, 11 de agosto de 2017

Pastel y sin cumpleaños

El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga (Mt 16, 24).
“Jesús te amo”, “Jesús eres mi vida”, “Jesús, dulce Jesús”, y no sé cuántas cosas más vi escritas en aquél cartel. Los que las habían puesto estaban en ese momento sentados –por no decir tirados-en el suelo. Unos con su música, otros haciendo leña a no sé quién (bulling, le llaman ahora). Entró el profesor y dijo, necesito un par que me ayude. Se vieron las caras (los que oyeron), y nadie se levantó. Después me quedé pensado, ¿y no son ese tipo de situaciones en las que nos pides que renunciemos a nosotros mismo y te sigamos?
¿Ayudo a la primera o soy un rogado?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras (Mt 16, 27).
La historia de arriba, al final acabó en que unos cuantos, un poco a regañadientes, se levantaron y fueron a ayudar al profesor. Resulta que le habían celebrado el cumpleaños a otro maestro y había sobrado pastel y Coca-Cola. La ayuda que necesitaba el profesor consistía en terminárselo todo porque no se podía quedar allí el pastel y la bebida. Así haces con nosotros, Jesús, basta un poquito de esfuerzo de nuestra parte, y tú lo premias como si hubiéramos subido la cumbre del Everest.
Si al final, el que sale ganando es uno.

Propósito: Apuntarme a llevar la Cruz, que después le dan a uno pastel.