El primero entre
vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que
hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la
pelota en los partidos, estoy 100% seguro que voy a anotar. No la paso porque
siento que los otros van a echar a perder el gol. Sigo solo, disparo con todas
mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente,
como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me
la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé?, Tú lo sabes Jesús, fue por
egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento personal. Ya
sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
Saber
servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece
será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No
sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siempre
falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la
atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado,
pero no se pone creído porque haya anotado. Es malo jugando, lo sabe y por eso
se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino
para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en
consecuencia y ser feliz.
Dejar
jugar a todos y aprender.
Propósito: Más
pases, más goles, menos egoísmo.