martes, 15 de agosto de 2017

Asunción Cosas Grandes

“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 42.45).
¡Sí! ¡Dichosa! Y mil veces lo diría para hacerle la fiesta a mi Madre del cielo en este día de la Asunción. ¿Qué cara habrán puesto los ángeles cuando te vieron entrar en el cielo? No se imaginaban tanta belleza, tanta hermosura. Realmente hacía su entrada la reina, la soberana, la Madre del Creador. Esa mujer en la que Dios se desbordó en virtudes, dones y gracias. Esa eres tú, Madre mía. Recibes el premio merecido para los que han creído firmemente.
Repítele muchas veces hoy a la Virgen que la quieres mucho.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. (Lc 1, 48).
Madre mía, creíste, tuviste fe, en las palabras del Ángel en la Anunciación. Pusiste tu vida entera al servicio de Dios para un plan que, en ese mo­mento, eran puras palabras. El Todopoderoso verdaderamente hizo cosas grandes gracias a tu entrega. Y pensar que hay muchos que es­peran ser recordados por generaciones a fuerza de egoísmo y ambicio­nes personales. ¡Quiero que también mi vida sirva para cosas grandes! ¡Quiero que también mi historia sea la de uno que dice sí a Dios en todo! ¡Ayúdame, Virgencita Santa!
Las cosas grandes comienzan con cosas pequeñas.

Propósito: decirle que sí a Dios.