viernes, 25 de agosto de 2017

Poner todo el corazón

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es decirte “te quiero”. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte “te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas cosas a lo largo del día, por eso es que después no me porto bien. Quizá ésta podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero. Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
¡Jesús, te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con “todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca contradictorio, me hará feliz.
Me voy a examinar un poquito, no sea que mis pleitos con mis hermanos a veces sean por envidia.

Propósito: Alegrarme de algo bueno que le pasó a otro.