Se le acercó un
hombre, que se puso de rodillas y le dijo: “Señor, ten compasión de mi hijo. Le
dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el
agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo” Entonces Jesús
exclamó: “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa?”(Mt 17, 14-17).
Seguimos con lo de saber pedirte y hacerlo con fe. Esta vez, ¡gran
regañada le cayó al pobre papá del niño endemoniado! Quizá en el fondo de su
corazón, quería que su hijo se curara pero a lo mejor por interés personal y no
por amor al niño. A lo mejor por eso le llama Jesús “incrédulo y perverso”.
¿Cuántas cosas te pido así, Jesús? Pido por puro interés. Como me dijo una vez
mi papá “ahora sí andas todo amable, a saber qué me vas pedir más tarde”.
Sigue
hablando si eres un interesado.
Les aseguro que si
ustedes tuvieran fe, al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían
decirle a ese monte: Trasládate de aquí para allá, y el monte se trasladaría.
(Mt 17, 20).
Jesús, a veces creo más en los Zombies, o en la vida en otros
planetas, que en tu Palabra. Si tuviera fe, haría, como si nada, el truco de la
montaña voladora. Y movería la montaña de mi pereza y de mi egoísmo; y,
también las de mis amigos, y las de mucha gente.
Confía
más en la fuerza de tu oración. ¿Cómo está de recargada tu tarjeta Visa de
oración?
Propósito: rezar con
fe por algo, y mover alguna montaña.