sábado, 12 de agosto de 2017

Montañas voladoras

Se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: “Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo” Entonces Jesús exclamó: “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incré­dula y perversa?”(Mt 17, 14-17).
Seguimos con lo de saber pedirte y hacerlo con fe. Esta vez, ¡gran rega­ñada le cayó al pobre papá del niño endemoniado! Quizá en el fondo de su corazón, quería que su hijo se curara pero a lo mejor por interés personal y no por amor al niño. A lo mejor por eso le llama Jesús “incré­dulo y perverso”. ¿Cuántas cosas te pido así, Jesús? Pido por puro interés. Como me dijo una vez mi papá “ahora sí andas todo amable, a saber qué me vas pedir más tarde”.
Sigue hablando si eres un interesado.
Les aseguro que si ustedes tuvieran fe, al menos del tama­ño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: Trasládate de aquí para allá, y el monte se trasladaría. (Mt 17, 20).
Jesús, a veces creo más en los Zombies, o en la vida en otros planetas, que en tu Palabra. Si tuviera fe, haría, como si nada, el truco de la mon­taña voladora. Y movería la montaña de mi pereza y de mi egoísmo; y, también las de mis amigos, y las de mucha gente.
Confía más en la fuerza de tu oración. ¿Cómo está de recargada tu tarjeta Visa de oración?

Propósito: rezar con fe por algo, y mover alguna montaña.