viernes, 4 de agosto de 2017

Desarrollando capacidad de asombro

Y, llegado a su ciudad, les enseñaba en su sinagoga, de manera que se admiraban (Mt 13, 54).
Jesús, veo que tienes una idea clara. Estas en esta tierra para llevar a cabo una misión. No sólo predicas unas ideas bonitas y ya. Eso de dar sermones bonitos se le da a muchos. Tú vienes a mostrarnos, con obras y con palabras, el amor tan inmenso que Dios nos tiene. Por eso no te de­tienes ni cuando estás cansado. La gente que te oía, se admiraba, pero no sólo por las cosas bellas que decías, también porque veía que no te dejabas vencer por la pereza ni el cansancio. A mí a veces me vence la pereza, porque a cansarme ya ni tiempo me da.
Pídele ayuda a Jesús, para derrotar a la pereza con fortaleza.
Y no hizo allí muchos milagros a causa de su incredulidad (Mt 13, 58).
A pesar de que muchos se admiran, otros les pasa aquello que dicen que es típico del mediocre: está delante de algo grande y no se da cuenta. A veces pienso que si no veo muchos milagros en mi vida, es por incrédulo, por no caer en la cuenta de las muchas maneras en las que intervienes en mi vida. Quizá espero cosas muy llamativas. No me doy cuenta que cada sonrisa de mi mamá o la alegría de mis hermanos es ya un regalo que me das.
Por qué no haces cuenta de tanta cosa bonita que Dios hace en tu vida.

Propósito: ser investigador, de las cosas buenas que hace Jesús contigo.