¡Ay de vosotros,
letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y
del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la
sinceridad! (Mt 23, 23).
“No fumar”, “no tirar basura”, “no exceder la velocidad”, “no
pararse en la grama”; de eso sí estoy pendiente. Pero de ir a Misa, no gritarle
a mis papás, estudiar duro, etc., ni me acuerdo. ¿Sera posible, Jesús, que a
veces me importen más las ballenas en peligro de extinción que ayudar a mi
hermanito a hacer sus tareas? A ese paso, lo que de verdad estará en peligro de
extinción es el cariño por los de mi casa. Voy a ser más hermano de mis
hermanos y más hijo, más cariñoso, con mis papás. Me voy a interesar más en la
ecología familiar.
Save the planet (mi familia)!
¡Ay de vosotros,
letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato,
mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! (Mt 23, 25).
Creo, Jesús, que un buen comienzo para vivir una caridad auténtica
en mi casa es comenzar por el principio. Ya sé que suena como a “subir arriba”
o “bajar a abajo”, pero para iniciar hay que irse al inicio: primero, amar a
Dios sobre todas las cosas. Ha llegado el momento de una buena limpiadita por
dentro con la confesión sacramental, y comulgar.
Ecología
de la buena: tener siempre libre de basura el alma.
Propósito: Ser
ecologista espiritual