miércoles, 16 de agosto de 2017

Más de dos rezando

Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas; si te escucha, habrás salvado a tu hermano. (Mt 18, 15).
Creo que fue hace un año que el Papa Benedicto XVI explicó esto en su mensaje de Cuaresma. Corregir es una manifestación de amor al pró­jimo. Y si no es por caridad, al final, uno se convierte en el que cae mal porque a todo le encuentra defectos. No deja de ser algo gracioso que hay quien no corrige para caer no mal; y quien sólo se la pasa corrigien­do y cae mal. Pero hay un caso peor: el que no corrige por “respetuoso”, es decir, porque le vale. Creo que en el fondo uno no corrige lo que no quisiera que le corrigieran; y los tales respetos son un “ni se te ocurra meterte en mi vida”. Jesús, quiero dejar todo esto de lado y ayudar a mis amigos a que estén cerca de ti; de paso, me obligo yo a mejorar.
Antes de corregir, pídele a Jesús su opinión.
Yo les aseguro, también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá (Mt 18, 19).
Y si además de corregir, se reza, el negocio sale redondo. Me he dado cuenta, Jesús, que a veces uno se da más cuenta de cómo andan sus amigos que los propios papás. Los papás suelen pedir a Dios para que sus hijos sean buenos. Si a eso añado mi oración, ya somos tres. Más lo que pide la abuelita, cuatro; y así sucesivamente…
Antes de corregir, y después de hablarlo con Jesús, reza.

Propósito: rezar por un amigo.